Macri zafó del cepo pero se mancó con los jueces de la Corte

Los minutos parecen horas, las horas días, los días semanas y las semanas, meses. Así podría resumirse la primera semana de un gobierno cuyo origen no es ni peronista ni radical, que está integrado por varios radicales y pocos peronistas pero su cabeza no responde ni por historia ni por origen a ninguno de esos partidos. Macri se está haciendo camino al andar. Jorge Barroetaveña Ostentará sí el récord de, a menos de siete días de asumir, haber tenido la primera manifestación en contra de un sector de la oposición como el kirchnerismo y de haber recibido, casi sin solución de continuidad a todos los que el anterior gobierno no recibía.Macri se propuso varios objetivos en sus primeras horas de gobierno. Sabe que la luna de miel con la sociedad será corta, que las demandas son crecientes y la época del año peligrosa. Desde la Casa Rosada y Olivos envió señales políticas claras, aunque es cierto que para diferenciarse del kirchnerismo en eso es bastante fácil. Recibió uno por uno a todos sus contrincantes de la carrera electoral y juntó a los 24 gobernadores de provincia, con una foto histórica y la no menos inquietante presencia de Alicia Kirchner. La potencia de esa imagen, y la infinidad de conferencias de prensa de sus funcionarios bastaron.Macri está obsesionado con dos cosas: cumplir con lo que prometió durante la campaña y ahuyentar el fantasma de Fernando De la Rúa. Ese que lo emparenta con lo peor de la década pasada y que siembra dudas sobre la gobernabilidad cuando el peronismo es oposición.En esa búsqueda está cuando decidió apelar a un artilugio de la Constitución Nacional para designar en comisión dos jueces de la Corte. Hubo una doble vía en esa polémica decisión: mandarle un mensaje a Ricardo Lorenzetti y dejar sentado que, si hay que hacer 'peronismo explícito' no le va a temblar la mano. La historia con el titular de la Corte es de vieja data y Lorenzetti tiene una bombardera especialista en contra que se llama Elisa Carrió. Claro que él mismo hizo bastante cuando firmó, a cuatro días de la asunción del nuevo gobierno, la devolución del 15% de la coparticipación a tres provincias, con riesgos ciertos de desfinanciar el ANSES. Macri creyó ver en esa resolución todos los fantasmas de los que Carrió le viene hablando desde hace meses. Pero la movida, tenía demasiados flancos débiles. La mitad de los juristas del país salió a cuestionarla, varios radicales incluso y cayó como una bomba en el Senado, el filtro porque el los dos jueces propuestos deberán pasar irremediablemente. El miércoles al mediodía la reunión del Presidente de la Nación con el de la Corte fue tensa, las cartas quedaron echadas y el propio Macri dejó la puerta abierta para reveer su decisión. De hecho fue lo que le comunicó al interbloque federal del Senado, con Rodríguez Saá a la cabeza. "Estoy dispuesto a corregir lo que haya que corregir", les avisó. Es probable que, con el correr de los meses, esa característica personal del Presidente de la Nación adquiera otra dimensión. No se trata de insistir tozudamente en el error. Si es así algo aprendió de los 12 años de kirchnerismo.Las promesas de campañaLa otra obsesión de Macri es cumplir con las promesas de campaña y el levantamiento del cepo era una de ellas. Bajo presión, Alfonso Prat Gay anunció el miércoles el 'fin del fin' como lo definieron, que implicó la liberación de la compra venta de dólares en la Argentina. Para eso necesitó contar hasta el último dólar y todas las promesas de cerealeras y bancos que se comprometieron a engrosar las reservas del Central para dejarlo a cubierto de una corrida bancaria. Los dos primeros días de operaciones no pudieron resultar mejores. Bajó el precio del dólar, al menos en relación a la última cotización del 'blue' y el Central se dio el lujo de incorporar el viernes 240 millones de dólares a sus reservas, algo que no ocurría desde junio del 2014. La pulseada, que Prat Gay empezó ganando, tiene todavía largos capítulos por entregar, que no se dirimirán en las angostas veredas de la city porteña.Ese escenario tiene como marco las góndolas de los supermercados. Ahí se va a dirimir la batalla final de la salida del cepo, apenas la frutilla de una torta que todavía no sabemos qué gusto tendrá. Salarios y precios serán las variables que concentrarán la atención de todo el gobierno las próximas semanas. Por un lado pilotear las presiones de aumentos, con un sindicalismo que está a punto de volver a juntarse y que reclama al unísono un bono de fin de año. Fieles a la historia los sindicatos peronistas tienden a hacer causa común ante un gobierno que no lo es y se preparan para paritarias que serán vitales. Del otro lado están los empresarios, a quienes el Presidente conoce bien. Si los precios suben demasiado en los próximos meses, el efecto de la devaluación del peso se habrá licuado, como le pasó a Kicilloff en el caliente verano del 2015. Aquella devaluación del 25%, en seis meses, se la comieron los aumentos de precios, con su correlato de aumentos salariales.Esta pelea tiene otro costado, menos simpático todavía: el ajuste de las cuentas públicas. El agujero fiscal es del 7% del PBI y algo habrá que hacer con eso. Claro que la emergencia cuenta porque la Nación salió como un bombero a apagar el incendio de la Provincia, mandándole 4100 millones de pesos a Vidal sólo para pagar sueldos y medio aguinaldo. El desfiladero por el que camina la gestión de Cambiemos es angosto, y encima tiene poco tiempo para cruzarlo, como lo demostraron los gestos duros del kircherismo. Igual, esa es otra historia. Cristina Kirchner deberá revalidar sus títulos en el PJ y nadie asegura que salga indemne de eso. Y Macri claro se encarga de darle aire a todo lo que no huele a kirchnerismo. Fue una semana apenas. De aquí a la eternidad, como la película. Recién van los títulos del principio. Esto recién empieza.
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