Maniobra clásica de distorsión de lo real
Las personas y los grupos humanos suelen hacer maniobras de distorsión, negación y autopersuasión para justificar su conducta. Ya Sigmund Freud hizo referencia a la "negación" como un mecanismo de defensa psicológico, mediante el cual el individuo reniega de la realidad porque la misma genera algún tipo de conflicto interno, angustia o dolor.Se trata de un dispositivo mental que se activa en situaciones límites. Por ejemplo cuando una persona sufre la pérdida de un ser querido o cuando se presenta una ruptura amorosa.La psiquiatra suiza-estadounidense Elisabeth Kübler Roos, por su lado, sostiene que la negación preside las etapas de cualquier proceso de duelo o de pérdida (y que incluye luego ira, depresión, negociación y aceptación)."Me siento bien" o "Esto no me puede estar pasando, no a mí", se ataja aquel que debe lidiar con una tragedia o con la circunstancia siempre traumática de que la realidad contradice seriamente lo que esperaba.La negación, así, actúa como defensa temporal para al individuo o para el grupo social. Los cuales en realidad caen víctimas de un planteamiento falso, porque éste les nubla o les impide hacer cualquier autocrítica.Se diría que por temor a ver la realidad cara a cara, algo que minaría nuestra confianza en el mundo, preferimos ocultarla con un telón fantasmagórico.Esas imágenes mentales podrán no hacerse cargo de cuanto ocurre realmente. Pero actúan como trincheras que nos defienden ante el hecho de que las cosas no son como deseamos que fuesen.En la película "La caída", que describe los últimos días de Adolf Hitler, se ve el extremo al que puede llegar un hombre encerrado en una situación imaginaria: sus derrotas son victorias.En efecto, cuando los tanque soviéticos estaban ya cercanos a la puerta de Brandenburgo, el dictador gritaba a su estado mayor que los rusos sufrirían una gran derrota. Cinco días antes de su suicidio, rodeado de mapas cada vez más irreales, hablaba con gran seguridad a sus generales de la victoria final.El político estadounidense Abraham Lincoln (1809-1865) se ha hecho célebre con esta frase: "Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo".La expresión da a entender que es posible que una percepción falsa domine la mente de la mayoría, que una cognición colectiva errada hegemonice la opinión pública.Pero a la larga la fuerza de los hechos que la contradecía termina por imponerse. Los mecanismos de negación mental, así, terminan por doblegarse ante la irrupción de la evidencia empírica.Un proceso que suele ser doloroso para quienes se negaban a aceptar que las cosas, justamente, eran de otro modo. La historia de la humanidad abunda en experimentos colectivos que acabaron en grandes desencantos.Anthony Pratckanis y Elliot Aronson, en el libro "La era de la propaganda", describen el impactante caso de la transformación mental que se opera en la mente de los miembros de una secta cuyas creencias eran totalmente disonantes con la realidad.La incongruencia era tan desagradable que las personas en cuestión (negación de por medio) construyeron un relato absurdo de sí mismas y del resto del mundo, con el sólo propósito de no aceptar que estaban equivocadas.Por lo visto la mente humana no se libera fácilmente del deseo. Puede más el querer que las cosas sucedan de algún modo, que como son en realidad.
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