Manuel Belgrano, una figura multifacética

Hoy se cumplen 193 años del fallecimiento de uno de los próceres argentinos indiscutidos. El creador de la Bandera, que unió su destino al de la patria naciente, reunió en su personalidad distintas cualidades.Manual Belgrano había nacido en 1770 en una de las familias más ricas de la ciudad de Buenos Aires. Estaba destinado a una vida tranquila, de libros y escritorios.Sin embargo, decidió enredarse en la construcción del país, aceptando una vida de sobresaltos y riesgos; incluso él, un intelectual, terminó abrazando por esta causa el destino de las armas.Miembro del primer gobierno patrio, y por tanto iniciador del proceso de emancipación nacional, se hizo militar por imperio de las circunstancias. Fue a donde nadie quería ir, haciéndose cargo por ejemplo del Ejército del Norte."No tenía grandes conocimientos militares -escribió José María Paz-, pero poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido". Fue Belgrano un hombre de pensamiento. Tuvo la oportunidad de estudiar derecho en Europa, donde al formar parte de la elite intelectual de la época tomó contacto con las ideas revolucionarias, económicas y políticas, técnicas y científicas, que imperaban en el viejo mundo a fines del siglo XVIII.Historiadores como Ovidio Giménez consideran que el creador de la Bandera fue el primer economista argentino, por la labor que desarrolló como funcionario público (durante 16 años, a partir de 1794, fue secretario general del Consulado Real de Buenos Aires).Comprendió cabalmente la relación entre educación, trabajo y situación social. Por eso se preguntó: "¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grandes aumentos?".También dijo: "El mejor medio de socorrer la mendicidad y la miseria, es prevenirla y atenderla en su origen y nunca se puede prevenir si no se proporcionan los medios para que el mendigo busque su subsistencia".Sus reflexiones como pedagogo, aunque pronunciadas hace ya 200 años, tienen una tremenda actualidad. "Sin educación nunca seremos más de lo que somos. Jamás me cansaré de recomendar la escuela y el premio", escribió.Belgrano tuvo un final en el ostracismo, sin el reconocimiento de sus conciudadanos. Su vida se apagó lentamente en medio de la pobreza.No tenía plata para pagarle a su médico, a quien le dijo que no podía hacerlo porque el gobierno le debía diecisiete meses de sueldo. Entonces terminó retribuyéndole con su reloj personal.Falleció en la misma casa donde había nacido, y con su cama como único mueble. Fue sepultado en el convento de Santo Domingo en una humilde caja de pino cubierta con un paño negro y cal.Como no había dinero para comprarle una losa de mármol, la lápida fue hecha con un trozo de la cómoda de su hermano Miguel. En su testamento, le encomendó a su otro hermano, Domingo, el pago de sus deudas.Fue de los argentinos que concibió el servicio público como un sacrificio y un deber, antes que un medio para prestigiarse o enriquecerse. Su enorme figura moral, que sintetiza honradez y patriotismo, es guía para las generaciones de argentinos.
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