Más vale tarde que nunca

Las primarias de agosto obligaron al gobierno a cambiar de rumbo en algunos problemas críticos. Ha escuchado las urnas. Más allá de las contradicciones, es bueno que eso ocurra. Mario Alarcón Muñiz Durante la semana se confirmó la tendencia que percibíamos en esta columna el domingo pasado: "Es probable que otras medidas empujadas por las primarias se adopten estos días", estimábamos entonces, luego de considerar como signos de cambio algunas actitudes del gobierno. Habíamos mencionado entre estas la intención de diálogo (parcial, rengo, direccionado, pero diálogo al fin), las modificaciones del impuesto a las ganancias y la sorpresiva reaparición (en buena hora) de referentes oficialistas en programas críticos de radio y televisión. En Entre Ríos igual conducta revelaba la pronta implementación del plan regularizador de deudas por el impuesto inmobiliario rural, en favor de pequeños productores apremiados.Con posterioridad a esas consideraciones se sucedió a lo largo de la semana una serie de hechos que confirma la intención del gobierno de corregir el rumbo. El candidato bonaerense Martín Insaurralde reconoció la inflación, sus perjudiciales efectos en la vida económica y social, admitió la distancia entre la realidad y los cálculos del Indec y anticipó que presentará proyectos para frenar el proceso inflacionario. Al final, existeCabe recordar que hasta hace pocos meses el gobierno negaba la inflación. Es imposible olvidar aquella frase célebre del vicepresidente Boudou cuando era ministro de Economía: "No hay inflación, sino reacomodamiento de precios". (Es difícil encontrar una interpretación de más alto vuelo académico.)Tiempo después se admitió el problema de manera indirecta al disponerse un congelamiento de precios que sólo funcionó durante febrero y marzo. La primera en violarlo fue YPF, empresa del Estado. Fracasado aquel intento la Presidenta lanzó a fines de mayo el plan "Mirar para cuidar" habilitando la participación de brigadas vigiladoras. (No hace falta agregar nada: al resultado lo conocemos todos.)Con su habitual rapidez para estos casos, el gobernador Urribarri adhirió a la medida y el 4 de junio reunió a intendentes, empresarios, sindicalistas, profesionales y entidades sociales y religiosas, advirtiéndoles que se cuidaran de "las corporaciones visibles y los poderes ocultos vinculados a los medios de comunicación". (A buen entendedor: la culpa de la inflación es de los periodistas.)De todos modos viene bien que se admita este flagelo, cuyo efecto más pernicioso cae sobre los sectores humildes de la población. No es una sensaciónEl otro padecimiento colectivo que acaba de ser reconocido dentro de este marco de cambio de actitudes o de rumbo, es el de la inseguridad. Hace diez días el gobierno dispuso poner en marcha el operativo Centinela, movilizando la Gendarmería hacia el conurbano bonaerense para atender el problema. Dejó desnudas a algunas provincias, en parte las cubrió con el Ejército, pero ese es otro tema. Lo que vale destacar es la intención de multiplicar la vigilancia. Si esto es efectivo o no, el tiempo lo dirá. No mucho tiempo, pues se rumorea que el operativo sólo tendrá vigencia hasta las elecciones.Casi de manera simultánea, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, comentó que "la inseguridad no es una sensación, es una realidad". Algo parecido y con mayor énfasis, expresó Insaurralde a la prensa el 30 de agosto: "El que dice que la inseguridad es una sensación, no vive en la Argentina". (Es bueno darse cuenta. Muchos han recordado aquella frase del ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández: "La inseguridad es sólo una sensación".)Volvió Insaurralde a ser noticia en el curso de la semana, comentando que "se debe reducir la edad de imputabilidad de los menores", un tema a cuyo tratamiento el oficialismo se ha negado de manera sistemática en la última década. Llamado a la reflexiónEl gobierno niega que esta nueva posición frente a determinados problemas haya sido motivada por el resultado de las primarías. No tiene sentido negarlo, pues responder a la expresión de las urnas significa entender la democracia. No hay que avergonzarse, todo lo contrario.Quien así lo interpretó fue el diputado provincial Juan Navarro (FpV, Tala), presidente del bloque oficialista, al admitir que "el resultado nos tiene que llamar a reflexionar, a conversar con nuestros vecinos y ver qué es lo que están pretendiendo de nosotros", sensata conclusión que no hemos visto reiterada por otros dirigentes. La mayoría trata de esquivar el bulto.Mientras tanto, el gobernador aprovechó el viernes el congreso de la Unión Industrial de Entre Ríos, reunido en Concordia, para dar a conocer el decreto reglamentario de la ley de promoción industrial. Fue sancionada hace seis meses y estaba ahí, a la espera de un empujoncito. Por fin los trenesCompleta el cuadro el último gran anuncio, que todavía no ha cobrado mayor relevancia porque la gente está en clima de fin de semana. Se trata de un plan de reactivación ferroviaria de cargas (¡por fin, después de tanto golpear en tapera!) que acaban de anunciar los ministros Randazzo y Rossi. Comprende a las líneas Belgrano, San Martín y Urquiza y se trata de reparar y producir vagones y reconstruir vías con intervención de Fabricaciones Militares. No será cosa sencilla, pero cabe celebrarla porque se han animado.Todo esto viene bien. Sin son golpes de efecto electoralistas o saludables derivaciones de lo que expresó el pueblo en las primarias, se sabrá con el paso del tiempo. Entre tanto, corresponde advertir este cambio de rumbo, celebrarlo en la mayoría de los casos, confirmar que el voto es siempre una herramienta válida e impulsar el tratamiento de los temas que realmente interesan a la gente, más allá del perfil especulativo que algunos pretendan otorgarle.Son temas nuestros. Y para tratarlos, más vale tarde que nunca.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios