Mosquito destituyente
¿Pero puede parangonarse la Mesa de Enlace –que reúne a la “derecha campestre golpista”, al decir de los ideólogos kirchneristas-, con el mosquito trasmisor del dengue?
En casos graves de paranoia –enseña la psicología- se teme a enemigos reales o imaginarios. Quien sólo ve enemigos por todos lados, y se cree víctima de una conspiración, no distingue mucho.
Su razonamiento sería: lo que está contra mí, y disiente con mi deseo, es parte de la conjura. El gobierno que se rige por esta lógica, puede no discriminar entre discurso y realidad.
En este contexto, se ve un montaje mediático detrás de la inseguridad, la inflación, el parate económico, la pobreza, el paco, y últimamente el dengue. Pero un montaje destituyente.
El poder político en la Argentina suscribe aquella tesis nietzcheana según la cual “no existen los hechos, sólo interpretaciones”. Es la disolución de la realidad en el discurso.
Más bien es el discurso quien funda la “ilusión” de la realidad. Si es así, todo pasa por imponer un relato de los hechos y que la mayoría se lo crea. La lucha política, así, es una lucha por el sentido.
¿Pero no existe el Aedes aegypti? Eso no importa, lo importante es su “existencia” en la opinión pública. Eso estuvo detrás de la contraorden que salió de Olivos, días atrás, para frenar en el Senado la declaración de emergencia sanitaria por el dengue.
Pese a que la ministra de Salud de la Nación y el bloque de senadores del FpV estaban de acuerdo con la medida –y de hecho la habían consensuado con la oposición- primó la lógica del relato.
Es decir, importó más su impacto en los medios de comunicación que dotar al país de una ley que lo ayudase a atacar la enfermedad. Convalidar la ley de emergencia hubiera sido convalidad un discurso destituyente.
Hay paralelismo entre este tratamiento del dengue con otros problemas que aquejan a la población. ¿Ocaso la manipulación del Indec no se rige por la misma lógica? ¿No se trata, de última, de instalar la idea de que la inflación y la pobreza no existen?
Con la inseguridad, lo mismo: cuando el gobierno insiste con que es una “sensación” que instalan los medios, disuelve la problemática en una operación semántica.
Pero ¿existe el mosquito maldito, causa las enfermedades que dicen que causa, o hay que optar entre “interpretaciones” al respecto? El poder político, como dijimos, tiene su epistemología: todo lo que resiste a su deseo es parte de un relato destituyente, y por tanto en el fondo es un opositor.
“La responsabilidad es del mosquito”, fue la frase monumental de la ministra de Salud del Chaco, Sandra Mendoza, al atajarse de la critica a su desempeño. Mendoza, así, instaló su relato: la culpa es del Aedes aegypti.
Mientras el gobierno K lucha por el relato –cualquiera diría que en lugar de gobernar discursea- la ONG Médicos Sin Banderas estimó que habría 100.000 infectados por dengue en el país.
Ariel Umpiérrez, de la organización, estimó que el Ministerio de Salud de la Nación -que sólo tiene notificados 23.235 infectados autóctonos e importados en todo el país y 4 muertos-, no exhibe cifras “realistas”.
“Hay casos de infectados que no presentan síntomas fuertes y muchos otros que no concurren al hospital y se automedican. Por lo cual las notificaciones no son realistas”, señaló.
Pero ¿qué es lo real, si sólo existe el relato dominante?, objetaría el poder político.
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