UNA SEMANA COMPLEJA PARA EL GOBIERNO
Movimientos que sólo la cabeza del Presidente puede entender

Hay cosas que está haciendo el Presidente que nadie entiende. Ni siquiera su círculo íntimo que parece desorientado por algunas actitudes. El miércoles, cuando estaba previsto que participara de un acto con científicos, se tomó un avión y voló a Jujuy para abrazar y besar a Milagro Sala. ¿Qué busca? ¿Qué se hable de otra cosa y no de la economía? ¿Congraciarse con Cristina y mandarle mensajes a los duros de La Cámpora? ¿O son simplemente manotazos de ahogado?
Jorge Barroetaveña
Hay actitudes de Alberto Fernández que escapan a la lógica. Lo que pasó con Milagro Sala es un eslabón más de una larga cadena de desaciertos, yerros y metidas de pata. Los furcios discursivos podrían disculparse. El que habla se equivoca y todos están pendientes de lo que dice un Presidente. Confundir “Garganta Poderosa” con “Garganta Profunda” fue casi folklórico y mueve más a risa que otra cosa. Pero cuando los gestos se vuelven confusos y difíciles de decodificar políticamente es otra cosa.
¿Qué habrá pasado por la cabeza del Presidente para decidir suspender su agenda y volar a Jujuy a reivindicar a un personaje tan cuestionado? ¿A qué electorado le apunta? ¿Piensa que con esos gestos va a recuperar los favores de Cristina y su gente y dará vuelta la tortilla en la relación? No hay acaso temas más importantes y urgentes que la sociedad percibe impostergables?
Todos, o la mayoría al menos, pensaríamos que sí. Los cálculos previos avisan que la inflación de junio volverá a estar por encima del 5%, rompiendo la inercia a la baja de los dos meses anteriores. Los mercados están convulsionados. El mismo Presidente admitió que tuvo que frenar 3 corridas cambiarias para evitar una devaluación brusca y dolorosa del peso. Más de lo que ya está por supuesto.
El ahora exMinistro Guzmán estuvo encadenado a su sillón. Sólo le quedaba el apoyo presidencial y nadie más. Pero Guzmán resistía con la receta que le pidió el Fondo, a sabiendas de la profundización de la grieta que esto provoca en el Frente de Todos. Acumular reservas cerrando más el cepo traerá más inflación y será un golpe mortal para algunas actividades que dan signos de recuperación. La actividad en general se verá resentida.
Pero es lo que hay sino la cosa podría ser peor. Pasa que el ajuste ortodoxo que busca imponer a sangre y fuego Guzmán, carece de un plan de apoyo y tiene tanto ruido político alrededor que está destinado al fracaso. No hay gobierno que resista semejante nivel de debate interno y fuego cruzado. Es irritante a esta altura escuchar las críticas de los sectores más duros del oficialismo, con su zaga descalificatoria de la imagen presidencial. No son otro gobierno, forman parte del mismo gobierno. Al cabo fue Cristina la que trajo otra vez al ruedo a su ex jefe de gabinete, aunque ahora no quiera hacerse cargo. Ella lo rescató del ostracismo y lo ungió para encabezar la fórmula. Si el candidato, con la banda, no ha estado a la altura de las circunstancias como ella cree y piensa, es lamentable por el país, pero la factura tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner.
Buena parte de los que rodean al Presidente han renunciado a entenderlo. Durante mucho tiempo, mientras tuvo plafón para hacerlo, le pidieron que rompiera con el kirchnerismo. Que ‘agarrara’ la lapicera para hacerse fuerte y marcar la cancha de su independencia. No quiso, no supo, o no se animó, la cuestión es que no lo hizo. Y ahora está pagando las consecuencias. En la interna peronista cada uno atiende su juego. La Vicepresidenta arma su trinchera en la Provincia de Buenos Aires para resistir lo que venga a partir de diciembre del 2023. Da por descontada una derrota claro. Cuenta con Kicillof y Capitanich entre los gobernadores fieles, aunque varios han buscado tender puentes de acercamiento. No se trata ya de cuestiones ideológicas. No hay oficialismo en el mundo que no haya sido castigado en las elecciones posteriores a la pandemia ni tampoco hay candidato que resiste explicar cómo se sobrevive con 6% de inflación mensual o casi 80% anual. No hay muchas vueltas y la vice lo sabe.
Los sindicatos, fieles a su historia, miran desde hace rato para donde rumbear. Hay una diáspora. Los contactos llegan tan lejos como Cavalieri que habló un par de veces con Macri esta semana. O los Moyano que están divididos y van cada uno por su lado (así está Independiente pobre).
Los gobernadores siguen su propia dinámica y buscan el calor del sol. La mayoría resolvió adelantar los comicios y dejar abandonado a su suerte al Presidente. Creen que el tiempo de la independencia ya pasó y no tiene sentido seguir cerca. Como tantas veces, buscan salvar su propio pellejo. ¿La crisis? ¿Qué es eso? Estamos en pleno crecimiento.