Mucha cáscara
Muchos gastos en estética y pocos en salud, demuestran un pensamiento algo superficial del humano actual. Sin embargo, llevar una vida sana en hábito y espiritualmente, genera la mayor de las bellezas. Por Abel Lemiña
En los últimos años se ha generado un pensamiento, un sentimiento demasiado superficial de las cosas y de las personas, prevaleciendo la cáscara más que lo interior, lo profundo.No es que la belleza, lo estético esté mal, me preocupa su exageración a tal punto que hoy una arruga parece una ofensa, una cana un desarreglo, y así se corre tras una versión modificada de la realidad, con cirugías, tinturas, ropas, siliconas, Botox, colágeno, cremas, spa, masajes, y otros inventos que prometen la juventud eterna del envase, más no del contenido.Es que la globalización y el mercado como filosofía, llevan al humano a que se produzca para la venta, para ser éxito o admirado. Si se está fuera de cierto rango de modernismo y belleza uno se queda fuera de juego, no es tenido en cuenta por el sistema.Se gastan cifras increíbles en producirse, sin embargo se escatima en salud, sólo parece ser importante la salud psíquica de verse bien, en lo posible, como la canción de Rod Steward “Por siempre joven”, que en sí es no aceptar los cambios cronobiológicos de la vida, y eso en sí ya es un problema de la psiquis. Me pregunto si no aceptar la vida como un proceso evolutivo, una sucesión de cambios, le hace bien a la mente humana. No significa abandonarse, sino saber cuidarse desde la salud, porque si el interior funciona bien, la cáscara lucirá mejor.No es cuestión de dejar tapar las arterias para que luego haya que recurrir a un stent, ni lucir hermosas extensiones de ajenos rubios cabellos, ni labios duros y tensos mientras las encías sufren el impacto de fumar. Ni tomar sol a sabiendas de lo malo que es para la piel, que genera arrugas para después pagar un dineral para sacarlas, inyectándose una toxina, la botulínica, hacer un lifting o alguna cirugía que haga el milagro.Tampoco sirve seguir con malos hábitos, sumar panza para luego hacerse una lipoaspiración, o usar los zapatos de moda que revientan el metatarso para que un traumatólogo tenga que operar el juanete.Cuantas cosas hacemos mal y después las queremos corregir de un plumazo, sin necesidad en la mayoría de los casos, ya que si uno come sano, se hidrata correctamente y hace actividad física en forma regular, no se excede en el alcohol y no fuma, la piel, se mantendrá mejor, las arrugas serán menos, las arterias seguirán libres de ateromas y el abdomen no se transformará en un síndrome metabólico.Cuidarse por fuera vale, no lo niego, pero se piensa y se invierte más en lo que se ve aunque no sea natural, que en la salud verdadera, en llevar una vida con conductas que nos permitan disfrutar de los años, equilibrando lo externo con lo interno.Tomemos como ejemplo el cigarrillo, que daña el colágeno, arrugando la piel e induciendo a los huesos a padecer osteoporosis, mancha los dientes, entonces el odontólogo tiene que hacer malabares para blanquearlos un poco, el plástico debe actuar con sus técnicas casi mágicas como mencioné y habrá que gastar en medicamentos para ver si frenamos la osteoporosis. Además, el fumar nos acerca a los males más crueles, como el cáncer de pulmones, de laringe y de vejiga.Pensar en el adentro queriendo el afuera, profundizar en el interior para que se luzca en el exterior, preservar el contenido para bienestar del continente.Priorizar la salud para que la estética sea su resultado ya que la mejor piel, el mejor abdomen, los dientes más blancos y la sonrisa más bella son las que derivan de una vida interior sana, física y mental ¿acaso la superficie no es la expresión de nuestro mundo interior?Mente sana y cuerpo sano darán como resultado la belleza natural jamás lograda por el mejor cirujano ni la mejor crema o la más voluminosa silicona. Por eso, para verse mejor por fuera, lleve la mejor vida por dentro.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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