
Se hace necesario un nuevo sistema tributario que surja de los funcionarios que hoy ocupan la Casa Gris
Cada día se hace más necesario cambiar el sistema tributario para hacerlo más justo, equitativo y eficiente. Los discursos abundan, sin resultados.Mario Alarcón MuñizDos años y nueve meses han pasado desde que el gobernador Urribarri anunció ante la Legislatura su decisión de impulsar una reforma impositiva. "Estamos cercados por impuestos distorsivos que gravan el consumo y los salarios", se quejó entonces con sobrada razón el primer mandatario. A renglón seguido nos ilusionábamos en esta columna: "La reforma tributaria está a la vuelta de la esquina", escribíamos aquí el 21 de febrero de 2010.Han caído las hojas del almanaque. Y nada ha cambiado. Sin embargo, algunas novedades se insinuaron durante la semana. Un proyecto de la Administración Tributaria (ATER) fue presentado a la Cámara de Diputados. Otro elaborado por técnicos de la CTA y aprobado el viernes en un plenario de delegados de la central sindical, fue puesto en manos de los ministros de Gobierno y de Economía. En consecuencia, el debate no admite más dilaciones.Una confusión conceptualLa iniciativa de ATER se limita a modificar el Código Fiscal que ya fue corregido hace diez meses (a fines de enero) a las apuradas, de madrugada y entre bambalinas. En esa oportunidad y de igual manera, se modificó una decena de artículos de la ley de ingresos brutos. Pero esta no es una cabalgata. No se trata de cambiar de caballo según el terreno, porque son asuntos de interés público. Del otro lado hay gente. Precisamente la gente que sostiene todo el sistema.En realidad la modificación propuesta por la oficina recaudadora tiende a otorgarle a la misma mayores facultades operativas. En síntesis, juntar más plata en menos tiempo. Y no está mal. Esa es su función. Es lógico que aspire a niveles superiores de eficiencia.Viene al caso recordar que esa eficiencia también se puede alcanzar ajustando para adentro, no sólo al ciudadano, llamado contribuyente.Así se lo denomina porque es el que contribuye. No es un enemigo, desde luego. Ni siquiera un adversario. Es el que pone. El que ayuda. Y si se atrasó en el pago porque no le llegó la boleta o no le alcanzó el dinero o se enfermó o se olvidó, lo que fuere, es un moroso. No un evasor. Menos un delincuente.Esta es una de las serias cuestiones a corregir. Tanto ATER hoy, como Rentas ayer, han incurrido frecuentemente en esa confusión conceptual que en el fondo delata un problema cultural, sea de la repartición o de varios de sus agentes.Primero el que contribuyeDentro del mismo marco se sitúa el menosprecio al contribuyente -al ciudadano, claro- castigado por las vueltas y revueltas de los trámites, papeleos, aglomeraciones, esperas, demoras, largas colas, por lo tanto pérdidas de tiempo y de dinero, muy comunes principalmente en las ciudades más pobladas.La mayor eficiencia que se pretende pasa por facilitarle a la gente el cumplimiento rápido de su obligación tributaria. Para esto no hace falta reformar el Código Fiscal, sino agilizar el papelerío y habilitar métodos modernos, incluyendo una extensión de los horarios de atención al público.Otra confusión conceptual en la que incurren tanto ATER como parte de su personal, consiste en creer que toda la gente debe valerse de contadores o gestores para realizar sus trámites. No es así. Sólo quienes mueven mucho dinero acuden a esos servicios. El ciudadano común, el de la calle, el de propiedad única, el cuentapropista, se las arregla como puede, esperando que sea el empleado que lo atiende -a quien le pagan para eso- el que le facilite el trámite.Estos y otros muchos son los aspectos que las oficinas recaudadoras deben tener en cuenta para empezar a hablar de "reforma impositiva".Todos pagamosPor su parte la CTA también considera necesario un cambio de los mecanismos tributarios para "optimizar los recursos del Estado provincial priorizando los salarios, la educación y las políticas de inclusión social". Propone al gobierno "orientar la presión fiscal hacia los sectores que más se han beneficiado con el modelo en vigencia y anuncia la próxima realización de asambleas informativas acerca de su proyecto.La central sindical ha expresado de ese modo su deseo de participar en la discusión de un tema que concierne a todos los sectores de la vida provincial, porque nadie elude los aportes al Estado. El más humilde, el que no pasa ni por la puerta de una oficina recaudadora y quizá hasta ignore su existencia, el que no presenta planillas ni declaraciones juradas, es contribuyente aunque no lo sepa. Es el único que no tiene posibilidad alguna de evadir. Si compra carne, yerba, papas o lo que sea, paga impuestos a través del precio. Y a él se lo cargan, por supuesto.Este es el centro de la cuestión: el gravamen al consumo. Es decir, el impuesto regresivo.Una propuesta muy interesante de cambio fue formulada en mayo del año pasado por un congreso empresario de la Región Centro (Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos) reunido en San Francisco. Hasta ahora han golpeado en tapera durante un año y medio.En verdad, muchos hablan y nadie se anima.