Narcisismo, entre lo patológico y lo normal
La fascinación por uno mismo, vivir absorto en el propio yo, a riesgo de romper una conexión moral con los otros, no debiera ser mirado como una patología, según corrigen los psiquiatras norteamericanos.Se trata de una novedad académica, porque hasta ahora el narcisismo era catalogado como una enfermedad en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, más conocido como DSM.Los médicos estadounidenses que elaboran el DSM (muy utilizado en Argentina) lo acaban de eliminar de su lista de trastornos, según informó hace poco The New York Times.El argumento es que en realidad se está en presencia de una configuración psicológica básica del ser humano contemporáneo, y eso ha desdibujado el umbral entre la patología y la normalidad.La palabra narcicismo procede del antiguo mito griego sobre el joven Narciso, de especial hermosura, quien se enamoró insaciablemente de su propia imagen reflejada en el agua.En el lenguaje coloquial el término designa un enamoramiento de sí mismo, una autocomplacencia en la imagen propia o ego, una exaltación de las propias cualidades, de las cuales se presume o alardea.Muchos analistas de la cultura han caracterizado la época actual, catalogada como posmodernidad, como un repliegue o atrincheramiento de la persona en su propio yo, efecto de la llamada "caída de las ideologías".La desaparición de las utopías centradas en la sociedad, de la idea del perfeccionamiento de la colectividad, fue sustituida así por un auge de la individualidad, cuyo redescubrimiento equivale a una revolución cultural.Se explica, entonces, que semejante viraje dé pie para que se considere al narcisismo como un rasgo propio de la personalidad contemporánea. "En la sociedad actual, donde prima el 'culto al yo', el narcisismo ha dejado de ser algo patológico", ha reconocido el psicoterapeuta argentino Roberto Sivak.Y añade: "Si el ser humano no se quiere un poco a sí mismo, no sobrevive. Cierto grado de narcisismo es fundamental. Pero su madurez se manifiesta cuando es capaz de convivir con los otros. Lo malo es cuando el narcisismo llega a niveles desproporcionados".La observación introduce una distinción entre un necesario amor de sí, como condición para la buena salud mental, lo que podría asimilarse a la "autoestima", y por otro una exageración enfermiza de esta tendencia, una especie de error de cálculo de las propias capacidades, acompañado de fantasías de grandeza.De hecho, más allá del debate sobre el narcisismo en sí, el giro cultural de la sociedad contemporánea hacia el individuo, dentro del cual se enmarca ese rasgo psicológico, no necesariamente es algo negativo.Puede ser vista como una reacción positiva ante cierto colectivismo propio de la anterior sociedad, donde las razones de Estado (totalitarismos) tenían supremacía sobre el deseo de los individuos.En tanto, Sivak destaca que "no es casual que la eliminación del narcisismo como patología proceda de la cuna de la sociedad de consumo, que es Estados Unidos. En otros lugares del mundo, Oriente o Europa del este, es una vergüenza hablar de los logros de uno mismo y usar al otro en beneficio personal".Al parecer hay un punto más allá del cual el aprecio de sí mismo, la autovaloración propia, como condición de una personalidad sana, puede devenir en un egoísmo agudo antisocial.Es la diferencia que habría, siguiendo a Sivak, entre un narcisismo que se ajusta a una personalidad normal, y en todo caso a una configuración psicológica de época, y otro entendido como forma patológica extrema que rompe todos los puentes con los demás.
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