Necesitamos más honestos y también, menos avivados
Nos puede pasar de confundir la santidad con el aburrimiento. Como si anduvieran de la mano. Es que a veces se nos pueden alterar los tantos. Por monseñor Jorge Eduardo Lozano Esta sociedad lamentablemente a veces alaba a quienes obtienen algún beneficio haciendo trampa, "zafan" de una multa coimeando, logran colarse en una fila, se copian en un examen, mienten un penal en el futbol... y tantas "avivadas" que podemos agregar.Hace unas semanas, hablando de esto con un quiosquero me decía "lo que pasa, padre, es que la honestidad no garpa". ¿Será así nomás? Me quedé preocupado con esa afirmación.Si la única medida es la comodidad personal estamos fritos o en el horno. Claro que es más fácil no hacerse cargo de la realidad, ocultar lo que sucede o mirar para otro lado. Pero es menos pleno y, a la larga, menos feliz.No podemos pensar el mundo desde el ombligo, y los demás que revienten o se arreglen. Así tenemos el Riachuelo como está, las rutas que se rompen a los pocos meses de su inauguración, la falta de insumos en hospitales y cárceles, los que cobran sueldo sin ir a trabajar, los que adulteran medicamentos. Se entra en una espiral de robo y corrupción de la cual es difícil salir.¡Cuántas fortunas se amasaron con la injusticia y la opresión!Los sobreprecios en la obra pública son un escándalo que hace hervir la sangre.Necesitamos una recomposición de los valores morales en la población. Es una tarea educativa y pedagógica tan insustituible como urgente.Hablar de moral no es entrar en terrenos aburridos, sino asegurarla cohesión de la sociedad y el cuidado de los más débiles y frágiles.Debemos proponernos acabar con la prepotencia de los corruptos, los violentos, los que saltan el alambre o eligen andar por la banquina. La mayoría de nuestra gente valora la honestidad y la verdad. Pero si no llamamos a las cosas por su nombre corremos el peligro de ver como normal lo que es inmoral, y la mediocridad como la meta en la que "así está bien", o "¿para qué más?".Estamos necesitando abonar ideales nobles que nos permitan aspirar a la vida en plenitud para cada familia, cada sociedad, cada pueblo. También para Haití, para Siria, para los refugiados, para los que son considerados como descartables o sobrantes. También para los habitantes de cada barrio, los más pobres con casillas de cartón o plástico, con paredes de barro y techos de paja.Si te conformás con menos, allá vos.Empecé a escribir de la Santidad, porque ella es coherencia, transparencia, búsqueda de plenitud. Me viene a la memoria la competencia en la cual dos equipos tiran de los extremos de una soga. No hay que aflojar.El domingo pasado tuve la alegría de participar de la canonización del Cura Brochero y seis beatos más. Fue una experiencia hermosa. La gente en la Plaza San Pedro vivió con gran alegría y emoción ese acontecimiento. El lunes por la mañana celebramos la Misa de acción de Gracias en la Basílica de San Pedro por contar con San Gabriel del Rosario Brochero en el equipo de los santos.El próximo viernes 28 de octubre me despido de la querida diócesis de Gualeguaychú. Celebraremos la Misa a las 20 horas en la Catedral San José. Quiero que juntos demos gracias a Dios por habernos acompañado en un poco más de diez años, y pedir por el próximo obispo. Después de la misa compartiremos una cena a la canasta en el Instituto Sedes Sapientiae ubicado en la calle Primera Junta 75 (entrada por calle Santa Fe).Cuento con tu oración. *Obispo de Gualeguaychú, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y arzobispo coadjutor electo de San Juan de Cuyo
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