No politizar las fiestas de fin de año
En Argentina se han roto vínculos de años entre familiares y amigos a causa de las diferencias políticas. ¿La llamada "grieta" malogrará, acaso, la cena de Navidad y los encuentros para despedir el año?Una de las secuelas nefastas de la politización de la vida -la tendencia a mirar todo desde la preferencia partidaria- es la ruptura de los lazos de amistad social.En el alma del individuo politizado no hay sitio más que para la política. Todo lo demás pasa a un segundo plano. Todo carece de significación, incluso las relaciones humanas.La política está, por otra parte, sujeta a vaivenes muy violentos. Y esto porque es un mundo dominado por la pasión, la fogosidad, la pulsión activa y violenta.El componente de apasionamiento que conlleva la política actúa como combustible tóxico en personalidades fanáticas, propensas a creer que su modo de ver las cosas es el único posible y el correcto.Probablemente estemos, en este terreno, en uno de los peores males que sufre actualmente la sociedad argentina, donde muchos de sus miembros están peleados y enfrentados por razones políticas.Basta que se reúna hoy un puñado de gente para que la discusión política arruine la velada. De hecho ya hay familias divididas por lo que se ha dado en denominar la "grieta".Existen pactos entre parejas, entre amigos de una vida, para "no tocar el tema", por miedo a enzarzarse en una discusión sin fin. La irritación parece una epidemia que ha contagiado a todos.Muchos políticos, que en teoría deberían ser los mayores responsables de velar por la democracia y el respeto de las ideas del otro, echan leña al fuego, asumiendo posturas intransigentes azuzando la dialéctica amigo-enemigo.Cuando la sociedad se divide en elegidos y réprobos, entre patria y anti-patria, entre nosotros y ellos, se instala en el corazón y en la mente de muchas personas una visión maniquea de la realidad.De esta manera, la política deviene en la continuación de la guerra por otros medios, donde el adversario es un enemigo al que hay que silenciar o eliminar.Todo esto en nombre de la propia política, que debería ser el arte del diálogo, del intercambio de ideas, de la convivencia pacífica. Se olvida, así, que la democracia, en las sociedades plurales, consiste en tramitar las diferencias, no en eliminarlas.Nunca se insistirá bastante en lo funesto que resulta politizar todo. Individuos sectarios y fanáticos en extremo se han alejado de hijos, hermanos y amigos a causa de su energumenismo político.¿Podrá la política empañar el espíritu festivo de estos días? Lo que debería ser un encuentro familiar o con amigos, en efecto, podría convertirse en una seguidilla de desencuentros.Las fiestas de fin de año suelen reflotar la emocionalidad y ser factores desencadenantes, en la dinámica familiar, de conflictos latentes. Los encuentros familiares se deslizan, así, por un terreno resbaladizo.Al analizar uno de los enemigos de la cena de Navidad, el doctor Daniel López Rosseti, que preside la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés, en diálogo con el diario La Nación, hizo foco en la política."Este año, la política talló en el pan dulce. La sociedad quedó muy polarizada como consecuencia del largo proceso electoral que vivimos. Si en las familias y los grupos de amigos se mantiene la representación del electorado argentino, la mitad estará a favor del nuevo gobierno y la otra mitad, en contra. Habrá ganadores y perdedores. Entonces, no es una mala idea hacer un acuerdo previo para evitar que discusiones políticas arruinen las Fiestas", recomienda.
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