No son callejeros por derecho propio

Sergio Pablo Farabello*
ColaboraciónDe mañana temprano, cuando los empleados de Higiene Urbana acumulan las bolsas de residuos en la calle a la espera del paso del camión recolector, esos perros rompen las bolsas y desparraman la basura en la calle. Basura que, obviamente, queda luego frente a nuestras casas.A lo largo del día, hacen sus necesidades en las veredas o, lo que es peor, en los patios delanteros de los vecinos que no tienen rejas en el frente. Por las noches, los mismos perros protagonizan peleas, corridas a alguna perra en celo que se suma al grupo, etc., perturbando las horas de descanso de quienes habitamos en el barrio.Supongo que nuestro barrio no es una excepción en la ciudad. Mejor dicho, no lo supongo, sino que lo afirmo a partir de una experiencia personal de la cual transcribo parte de los diálogos telefónicos que mantuve con dos secciones de la Municipalidad.- Inspección General -contesta alguien del otro lado de la línea-.- Hola. Buenos días -respondo-. Vivo en el Barrio Manuel Alarcón y llamo para pedir una solución por la cantidad de perros callejeros que hay en el barrio....- Señor, tiene que llamar a Veterinaria...- ¿Podría decirme cuál es el número?....Me dan el número y llamo entonces a Veterinaria Municipal.Tras el saludo inicial y el planteo del problema, el diálogo terminó así....- Mire, nosotros no podemos hacer nada al respecto. Le doy el número de teléfono de una señora de la Protectora de Animales a quien puede llamar a partir de las 14.....Por la tarde, llamé al número que me habían dado y fui atendido, muy amablemente, por una señora que me explicó con lujo de detalles cuál es la situación real respecto de los perros callejeros, no sin antes dejarme muy en claro que desde Veterinaria Municipal no tenían por qué haberme dado su número de teléfono y derivarme a ella para pedirle que solucione mi problema (lo cual me resultó una obviedad).Según su relato, ella y dos personas más son la cara visible de la Sociedad Protectora de Animales en nuestra ciudad, y tienen a su cargo el mantenimiento de la "perrera" en el predio ubicado detrás del ex Frigorífico Gualeguaychú. Me contó que la Municipalidad sólo se hace cargo de la comida, mientras que ellos, con el aporte voluntario de algunas personas, se encargan de vacunar y curar a todos los perros que tienen en el lugar. También me comentó que la "perrera" se encuentra saturada y no tienen lugar para albergar más perros pero, a pesar de ello, la gente los lleva igual y los tiran por encima del alambrado.La señora, muy amable durante toda la conversación, prometió que en la semana iban a pasar por el barrio y, si encontraban perras en la calle, las iban a llevar para castrarlas y luego devolverlas al lugar de origen. Por lo menos alguien se iba a preocupar de solucionar el problema que había planteado.Por todo esto digo que no tengo dudas de que el problema de mi barrio se repite sistemáticamente en el resto de la ciudad. Porque, ¿cuántos vecinos vamos a llamar a un particular luego de haber percibido el desinterés de la Municipalidad?, o ¿qué vamos a hacer con los perros callejeros de nuestro barrio si no hay en la ciudad un lugar donde puedan ser llevados y debidamente atendidos?Ahora bien, ¿por qué existen perros en la calle? Si bien he sugerido en los párrafos anteriores que la Municipalidad de Gualeguaychú tiene parte de responsabilidad por la proliferación de perros callejeros, no son los únicos responsables.Un perro está en la calle, no por elección, sino porque un ser humano de alguna manera lo dejó allí: lo abandonó, dejó que se reproduzca indiscriminadamente, o simplemente es "su dueño" pero le resulta más cómodo que el perro viva en la calle y no dentro de su casa (un dueño cómodo que seguramente no haría lo mismo con sus hijos).Contrariamente a lo que se cree, los perros abandonados tienen un bienestar pobre. Si un alma caritativa les da comida, pueden no tener hambre, pero esto no es suficiente, la mayoría de ellos sufren por indiferencia y maltrato. Pueden contraer sarna y otras enfermedades peligrosas, morder, atacar, o deambular perdidos y hasta suicidarse por el stress que les provoca estar perdidos o lejos de sus dueños.Tratando de buscar alguna solución al problema o, por lo menos intentar sacudir la modorra de quienes tienen la responsabilidad de gobernar, busqué en internet para conocer las realidades de otras ciudades. Destaco algunas situaciones que me parecieron relevantes.[1]Junín (provincia de Buenos Aires): hay más de 25.000 perros callejeros (1 cada 4 habitantes) y desde la Asociación Juninense de Protección de los Animales, plantearon "un proyecto para terminar con la reproducción, el abandono y el maltrato, basado en la castración de los animales, que reduce los problemas de conducta de los perros, volviéndose más tranquilos y menos agresivos." (Diario Democracia)En la ciudad de Córdoba, "la existencia de animales vagabundos en las calles también es un riesgo. Hay personas atacadas por perros o que sufrieron accidentes traumáticos mientras conducían motos y bicicletas, tras encontrarse de repente con canes que se interpusieron en el camino. Esto forma parte de una misma problemática histórica: la presencia desmedida de mascotas callejeras y que nadie se ocupe de ellas." (Diario La Voz)En la ciudad de Salta, en la plaza principal, "los perros no muerden, pero estorban.
Desarman todas las bolsas de basura y cuando llega el recolector los perros ya sacaron y desparramaron todos los residuos". (Diario El Tribuno)Indudablemente, el problema de los perros callejeros no es sólo de mi barrio o de nuestra ciudad, y parece ser una tarea un tanto utópica lograr que todos los animales que hoy están en la calle encuentren un hogar, pero no es utópico pensar que la solución está en lograr un fuerte compromiso social y en saber usar las herramientas existentes para evitar la superpoblación de perros.Quizás, el primer paso podría ser incluir este problema en el marco del programa de construcción ciudadana denominado "Compromiso Gualeguaychú".En nuestra casa tenemos una perra, la cual ha sido castrada y sale a la calle sólo cuando alguien de nuestra familia la lleva a pasear, siempre con la correa colocada.Quiero terminar con los versos de Alberto Cortez (modificados), porque los perros de los que hablo no son callejeros por derecho propio, sino por desidia de la sociedad.* DNI 18099379
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[1] Las fuentes consultadas se indican entre paréntesis
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