Oferta política y demanda electoral
El mercado es la interacción de los fenómenos de oferta y demanda. Si esta lógica se trasladara al mundo político, cabría especular que todo acto electoral marca la preferencia de la sociedad (demanda) por algún candidato (oferta). Así como el mercado reúne a productores y compradores, la sencilla interacción entre unos que ofertan determinados bienes y otros que los adquieren se da de algún modo en la política.Por el lado de la oferta se tiene, así, a los empresarios (mercado económico) y a los candidatos a cargos político (mercado político) y, por el lado de la demanda a los consumidores (mercado económico) y a los electores (mercado político).Ahora bien, ¿cómo ve el mercado económico al consumidor? Pues como alguien a quien puede venderle algo para sacar provecho en esa transacción. Pero el cliente es una persona con una necesidad determinada.En este sentido, el marketing prescribe que la llave del éxito reside en que la oferta se ajuste a lo buscado por el consumidor, quien invariablemente busca una satisfacción al momento de comprar."El cliente siempre tiene la razón", se dice en el mundo de los negocios para significar que ante cualquier opinión o reclamo por parte del comprador, nunca se debe discutir o polemizar con él.Los manuales de venta sostienen que darle la razón al cliente ayuda a reforzar y mantener relación con él, a darle una buena impresión, y a evitar que prefiera a otro vendedor o cuente su mala experiencia a otros consumidores.En todos los casos aquí rige una filosofía utilitarista, que parte de considerar que los hombres sólo buscan sus intereses particulares, con preeminencia del provecho económico.¿La política funciona igual? ¿También el candidato ve al elector como a alguien a quien "venderle" un programa de gobierno? Y si el utilitarismo rigiera también las transacciones políticas, el sistema político buscaría el voto (apoyo social) como parte de un negocio.Pero los políticos se presentan a sí mismos como "servidores públicos", es decir como personas que buscan beneficiar a otros (en este caso al electorado) y no a generar ganancias privadas.Por otra parte, el servidor público suele administrar recursos que son estatales y, por lo tanto, pertenecen a la sociedad. Ética y conceptualmente no se espera que él haga un usufructo particular de los bienes públicos.Como sea, el llamado "marketing político" tiene la tendencia a ver a los partidos y a los candidatos como empresas que producen bienes políticos (ideologías, decisiones, promesas y demás).Esos productos políticos constituyen la oferta política de un país en un determinado momento. A esa oferta se corresponde una demanda de la sociedad y del cuerpo electoral.¿De qué está compuesta esa demanda social? Este es un tema controversial. Están los que piensan que los electores sólo buscan contraprestaciones materiales de la política (planes sociales, consumo, crédito y demás), en la línea de la filosofía utilitarista.Pero otros creen que además de interesarles las cuestiones materiales, los hombres son seres intelectuales y espirituales, y su necesidad podría estar compuesta, por tanto, de valores como la justicia, la libertad, la seguridad y demás.En tanto, así como en economía existe la duda de qué viene primero, si la oferta o la demanda, cabría trasladar esta aporía al mercado político: ¿los partidos y sus candidatos crean o modelan su propia demanda (electores) o en realidad la oferta política refleja los gustos del electorado?
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