“Ojos que no ven”
El refrán popular expresa "ojos que no ven, corazón que no siente". A raíz de acontecimientos ocurridos recientemente en nuestra comunidad, creo resultará muy positivo el poder hacer un análisis respecto de la sociedad en la que vivimos.Alfredo Vitale*opiniónInmersa en la cotidianeidad y problemas por doquier, la sociedad pareciera haberse adormecido, o mejor dicho, blindado frente a diversas cuestiones que la atañen. Ello ha llevado sin dudas a "no ver" o quizás a "mirar hacia otro lado", por el simple hecho que tal vez pensemos en algo que no sucederá, o que, mientras no ocurra de nada debemos preocuparnos.Sin embargo, difícilmente una sociedad pueda constituirse con la fuerza de tal si a ésta le faltan valores o principios morales; los que sin dudas, significarán sólidos cimientos que la podrán erguir cual un verdadero coloso frente a los avatares de la vida.La ausencia de valores ha conducido a que nuestra sociedad se encuentre hoy ante situaciones de extremo riesgo en marcado aumento para los sectores más vulnerables -niños y ancianos-, aunque por ser los más desprotegidos debieran tener un cuidado especial.¿En qué nos hemos transformado? En una sociedad que sólo observa lo que quiere ver, sin poder llegar a vislumbrar -como decía Antoine de Saint Exupery- "lo esencial es invisible a los ojos"? Cómo revertir la situación?Erróneo es pensar que la inseguridad es una sensación cuando a diario podemos observar el aumento indiscriminado de hechos delictivos que ya nos hicieron olvidar épocas de bonanza y tranquilidad.El progreso no debe solamente pensarse en la economía como su fuerza única porque si bien ésta puede llegar a permitir un mayor consumo o calidad de vida, inexorablemente debe contar con un basamento institucional que lo apuntale y una correcta y equilibrada distribución de la riqueza.La marcada desigualdad imperante en nuestra sociedad -aumento de pobreza, exclusión social- son cuestiones que dirimen el futuro a seguir, puesto que necesitamos de una planificación seria para los años venideros a fin de evitar éste tipo de estragos sociales.Está demostrado que la educación es lo único que nos iguala en la sociedad, quizás por ello, 500 años AC la civilización ateniense -precursora del mundo occidental-, sostenía que la base del buen ciudadano es la escuela pública. No debemos olvidar que educar al niño evitará el castigo al adulto.Frente a esto, hoy somos testigos mudos del derrumbe de la escuela pública, como consecuencia de políticas erráticas que durante años han tenido como objetivo extinguir la enseñanza pública, que no es más que aquella, que en igualdad de condiciones permitió que nuestro país tuviera mentes brillantes como los destacados 5 premios noveles, o la posibilidad de millones de argentinos de lograr una enseñanza superior.Hacer hincapié en la escuela pública es pensar que la misma debe ser la formadora de valores, de inquietudes y respeto por los derechos de todos. Esta escuela pública es la que evitará el aumento masivo del delito; la que oficiará de medio para formar aquella persona que al estar contenida y con la posibilidad de ver un mundo diferente, hará que profundicemos la práctica de valores.A través del alcance tecnológico de hoy debería resultar impensable que alguien desconozca algo tan fundamental como lo es nuestra Ley Suprema: la Constitución Nacional, la que alberga tratados internacionales sumamente importantes como lo es la Convención de los Derechos del Niño.Si nos comprometemos con la sociedad pensando en ésta no para nosotros, sino para nuestros hijos, seguramente pondremos más atención y evitaríamos males que nos aquejan de los que a veces preferimos no hablar.Tarde nos alarmamos ante tal o cual hecho, cuando debiéramos haber previsto que al "mirar para otro lado", podría suceder.Hace pocos días atrás se cumplieron 9 años de la desaparición de Fernanda Aguirre; su madre falleció durante la intensa búsqueda de ésta niña y donde los gobernadores Busti y Urribarri mostraron la calidez de un témpano de hielo, sin embargo no solamente no sabemos nada de si está con vida o no, sino que lo más lamentable es que nos hemos inmunizado y ejercemos una memoria selectiva.Condena de la Corte InteramericanaTambién hace escasos días ocurrió un hecho luctuoso en nuestra ciudad, donde se encuentra involucrada una niña menor de edad.Delitos como la explotación o trata de de personas, aberrantes de por sí, aún cuentan con resortes que permiten su execrable accionar, pero si en lugar de hacer silencio, como sociedad nos uniéramos asumiendo el verdadero compromiso, bien podríamos enfrentar a éstos crápulas que comercian con la vida de miles y miles de inocentes de nuestro país, peticionando y exigiendo ante las autoridades el estricto cumplimiento de la ley.De hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los últimos 12 meses ha condenado a la República Argentina en tres casos diferentes por no haber ésta cumplido con la ley y Tratados Internacionales en materia de derechos humanos.Si no formamos y educamos al niño, no pretendamos que éste de adulto se comporte como un egresado de la mejor universidad del mundo; porque, los niños deben asistir a la escuela y crecer con sus pares, no ser explotados bajo ninguna modalidad.A veces los finales anunciados, como reza la frase, pueden ser evitados; otras, cuando elegimos no mirar o directamente no comprometernos solidariamente con la sociedad, llegan como un rayo y es ahí cuando en lugar de buscar las causas para poder mejorar, nos distraemos con cuestiones colaterales.Los silencios terminan teniendo cierta dosis de complicidad, el "no te metás" se transformará en una situación indeseada porque no podemos aceptar vivir en sociedad, si entre todos mancomunadamente no nos convertimos en obreros constructores de valores.Gualeguaychú ha sido bien llamada "madre de sus propias obras", es hora que abra sus ojos y grite por los derechos de todos -sobre todo de los niños y ancianos- para no convertirse en tristemente "madre de sus propios silencios". * Abogado
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