Página trágica del siglo XX: Auschwitz
El 27 de enero pasado se cumplieron 70 años de la liberación de los cautivos del campo de exterminio nazi. Hay cierto consenso respecto de que lo ocurrido en Auschwitz es mucho más que un funesto hecho de la historia.El genocidio de los judíos de Europa es el símbolo de un siglo XX que hizo de las grandes matanzas de seres humanos su nota distintiva, al punto que algunos han creído ver en él el despliegue de una maldad casi sobrenatural.A propósito, en la película "El Abogado del Diablo" (1997), se describe la existencia de ese Mal como algo real y palpable, una fuerza capaz de manipular al hombre incluso sin que éste lo sepa realmente.En ese cinta tiene lugar un famoso diálogo entre el Diablo, el fascinante John Milton (personificado por Al Pacino), y su hijo Kevin (Keanu Reeves), en el cual el príncipe del Infierno confiesa que ha estado con la nariz metida en la tierra desde siempre.Y en una parte de su impactante alocución el Diablo sostiene: "¿Quién en su sano juicio, Kevin, me podría negar que el siglo XX fue completamente mío? Todo completo, Kevin, completo. Mío".Hay quienes piensan que dado el carácter singular e irreductible de Auschwitz, considerado como una "agujero negro" del siglo XX, resulta imposible su comprensión intelectual.Es el caso de Primo Levi, sobreviviente del campo de exterminio, quien reflexiona: "En ningún otro lugar ni época hemos asistido a un fenómeno tan súbito y complejo: nunca tantas vidas humanas fueron extinguidas en tan poco tiempo y con una combinación tan lúcida de inteligencia técnica, fanatismo y crueldad".Levi era de los que pensaban que Auschwitz eclipsaba la razón, era una experiencia tal -relativa a todo el mal que el hombre es capaz de infligir y padecer- que las palabras no estaban a la altura de la herida designada."Quizá lo ocurrido -dijo- no puede ser comprendido, e incluso no debe ser comprendido, en la medida que comprender es casi justificar".Una característica de la literatura sobre el universo de los campos de concentración nazi, sobre todo presente en los supervivientes, consiste en describir esa experiencia con la alegoría del "infierno".Se trata de una alegoría a la vez no histórica y profundamente anclada en el imaginario colectivo, de tradición judeo-cristiana. Se trata de una imagen capaz de transmitir el sentido de una experiencia radical de dolor y desesperación, donde el mal domina a sus anchas.Pero es un infierno moderno, un proceso organizado donde se arrastran masas anónimas y sin rostro, "seres humanos en el abismo más sombrío y profundo de la igualdad primigenia", según la descripción de la pensadora alemana Hannah Arendt.Seres que "murieron como ganado, como cosas que no tendrían cuerpo ni alma, ni siquiera un rosto que la muerte marcase con su sello". Precisamente en esta igualdad primigenia se reflejaba, según Arendt, la imagen del infierno, confirmando además que la masacre industrializada y el "hombre deshumanizado" siguen siendo creaciones del siglo XX.El infierno de las cámaras de gas es un infierno científico, técnico, moderno. En este sentido Auschwitz representa la combinación macabra entre la tecnología y la barbarie.El proceso de exterminio de seres humanos se realizó a través de una verdadera "fábrica de la muerte", otra alegoría para explicar el acontecimiento sin precedentes y a la vez inconcebible del carácter "industrial" de los campos de concentración nazi.
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