Paraguay es la otra economía que crece
Hasta no hace mucho era un país calificado por algunos como inviable. Pero el viento de cola internacional, ha convertido a Paraguay en potencia agrícola regional, y su economía vive una racha de crecimiento.El país guaraní, que por estos días está festejando los 200 años de vida independiente, es el otro milagro económico de América del Sur. Hoy es el cuarto exportador mundial de soja, por detrás de Brasil, Estados Unidos y Argentina.Ese es el dato crucial que explica que el PBI de la nación norteña -siempre de magro desempeño histórico-, venga teniendo una racha positiva en la última década, montado sobre los extravagantes precios de exportación del poroto.Paraguay es el otro ejemplo de lo que se ha dado en llamar la "década latinoamericana". Participa del auge regional asociado a la mejora de los términos del intercambio, junto con Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Colombia, entre otros.Esos términos venían condenando al infortunio a la economía paraguaya. Mientras que el precio de las materias primas que vendía al mundo tendía a la baja, el valor de los productos manufactureros que compraba sufría alzas.Las condiciones desventajosas del comercio internacional, volvían vulnerable a Paraguay, impidiendo su capitalización y desarrollo. Pero el infortunio no es eterno: en los últimos años apareció la impensada demanda de forraje del Asia (con China a la cabeza), y con ella el despegue del comercio exterior paraguayo.El motor de la economía es la soja. Este sólo producto mueve una actividad que ha hecho que el gobierno de Fernando Lugo disfrute de una bonanza que otros gobiernos del pasado no han tenido.Datos del Censo Agropecuario 2008 indican que el cultivo de la soja ocupa más del 2,4 millones de hectáreas, de un total de 3,3 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura.Pero como saben los argentinos, este "modelo sojero" tiene su lado oscuro. A cambio de fabricar divisas, y de financiar los presupuestos gubernamentales, instala el monocultivo, que desplaza cultivos tradicionales, y es una amenaza para la biodiversidad.No sólo eso: acostumbra al país a vivir de una renta que puede evaporarse si las condiciones internacionales cambian. Mientras los ingresos fluyen a raudales, la economía se hace "sojadependiente", saboteando la chance de que acometa la diversificación de su matriz productiva.La bonanza durará, en suma, lo que el comercio global decida que dure. ¿Acaso Paraguay está consumiendo estos ingresos extras de la exportación, sin encarar la modernización de su "primarizada" economía?Si uno compara la oferta exportable del país -todos granos o bienes provenientes del campo, como carne bovina- y compara las importaciones -manufacturas industriales- halla una pista para entender el problema.Pero para los cuentistas sociales y los economistas no es claro que la bonanza de estos años esté llegando a la mayoría de la población. Con 6,2 millones de habitantes, Paraguay tiene un 20% de la población que sobrevive en pobreza extrema, a lo que se suma otro 36% en pobreza relativa.Junto con la haitiana y la nicaragüense, la sociedad paraguaya aparece como una de las más desiguales del continente. Por otro lado, el 80% del territorio se concentra en manos del 1% de la población.Estos datos sociales oscurecen el auge económico paraguayo, revelando otra vez que el crecimiento del PBI no es condición suficiente para el desarrollo de la sociedad.Las curiosidades, en tanto, se verifican en el mundo de las telecomunicaciones. Más allá de la pobreza, el 97% de la población cuenta con un teléfono móvil.
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