Patear las cosas para adelante
Postergar, aplazar tareas imprescindibles, dejando que las cosas se hagan por sí solas, puede tener un alto costo personal y grupal.Esta táctica se llama "procrastinación". Del latín "pro", adelante, y "crastinus", referente al futuro, el término se aplica comúnmente para denominar un complejo fenómeno que consiste, de última, en evitar la realidad.Realidad, en este contexto, como tareas cotidianas que hay que completar de manera obligatoria. Es decir, el procrastinador es un ser consciente de la realidad, pero busca zafarse de ella.La mejor manera que encuentra para la evasión, es postergar la tarea pendiente. Por lo general, como una estrategia de defensa del ego, autojustifica la indecisión, mediante un mecanismo de autoengaño.Puede sentir compasión de sí mismo, escudándose en que las exigencias de la realidad son muchas o culpabilizando al mundo o a los otros, a los que acusa de "conspirar" contra él.La procrastinación puede convertirse tanto en síndrome individual como colectivo. A las personas que son hábiles para aplazar actividades o tareas que deben atender, se les suele amonestar con la frase popular que dice: "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".Algunos libros de psicología hablan de tipos de procrastinación. Por ejemplo, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso, lo cual revelaría que la persona en cuestión tiene baja autoestima.Después están las personas indecisas, que se entregan a la cavilación, es decir se pierden en pensar la mejor manera de actuar, pero nunca llegan a tomar una decisión.El fenómeno, por otro lado, puede explicar la conducta de determinados grupos sociales. El hecho de dilatar, postergar o posponer los estudios, sin completar una carrera académica, parece afectar a los estudiantes argentinos.Algunas estadísticas indican los alumnos universitarios argentinos tardan en promedio un 60% más que la duración teórica de las carreras en recibirse en universidades públicas, y un 40% más en las privadas.Se habla concretamente de los "alumnos crónicos", es decir aquellos estudiantes que cursan sus carreras a un ritmo muy lento y tardan años en recibirse, cuando no terminan abandonándolas.Por otro lado, una sociedad también puede acostumbrarse a no resolver los problemas que le aquejan, nunca solucionarlos, y encontrar siempre la manera de trasladarlos hacia el futuro.El escritor Enrique Valiente Noailles, a propósito de la etapa preelectoral que vive Argentina, dice que sus habitantes ya no toleran la realidad sugiriendo que prefieren directamente ignorarla."Existe por eso -añade- un temor en los candidatos de sacar a la Argentina de su ilusión y de enfrentarla consigo misma. Porque podrían obtener todo el rechazo de quien no quiere mirarse a sí mismo".Y agrega: "Si obligáramos a alguien a ponerse frente al espejo luego de años de no hacerlo, el susto sería grande y le costaría reconocer lo que ve enfrente. Éste es un efecto primario de la época que vivimos: a fuerza de ignorar, eludir y modificar la realidad, tal vez, nos hayamos convertido en seres intolerantes a ella".El célebre filósofo José Ortega y Gasset criticó hace tiempo la conducta evasiva de los argentinos, cuando en 1939, en una conferencia en La Plata, exhortó: "¡Argentinos a las cosas, a las cosas!".Nos vino a decir, así, que éramos poco afectos a enfrentar la realidad tal cual es, y a actuar en consecuencia, y más propensos a fantasear con lo que podríamos ser, como si eso bastara.
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