EDITORIAL
Petróleo, devenido en arma geopolítica global
Los ataques con drones a dos instalaciones petroleras en Arabia Saudita, ocurridos el sábado, pusieron en alerta a los mercados de la energía a nivel mundial.
De inmediato el precio del crudo Brent, de referencia en Europa, inicialmente aumentó un 20% durante esa jornada -la mayor subida desde 1988-. Pero retrocedió para terminar en US$69 por barril, lo que supone un aumento del 14,6% con respecto a los precios de la semana pasada. Mientras, la cotización del petróleo en Estados Unidos aumentó un 14,7%, la mayor subida en un día desde 2008. De acuerdo al gobierno saudí, los ataques en Abqaiq, la mayor planta de refinamiento de crudo del mundo, y en el campo petrolero de Khurais obligarían a reducir su producción en casi un 50%. La incertidumbre generó una caída de más de 165 puntos del índice industrial Dow Jones, en tanto que el presidente Donald Trump autorizó el uso de las reservas estratégicas de Estados Unidos para evitar una crisis petrolera. El ataque a la empresa estatal de Arabia Saudita, Aramco, que es el mayor productor de petróleo del mundo, se lo atribuyó horas después de que ocurriera el grupo insurgente de los hutíes en Yemen. Los miembros del grupo de radicales musulmanes se llaman a sí mismos Ansarolá (o Ansar Alá) que quiere decir “partidarios de Dios”. Algunos analistas creen que la tensión creada en el mercado, por el menor suministro de Arabia Saudita, podría llevar el precio del barril hasta los US$80 o más como respuesta del mercado a los ataques. La subida del precio del petróleo podría beneficiar a países como Rusia o Venezuela. En el caso del país caribeño, la venta de crudo en los mercados internacionales tiene un gran impacto en sus cuentas, pues representa en torno al 96% de los ingresos del país. Sin embargo, pese a este repunte, no es seguro que la subida se vaya a trasladar a la misma velocidad a los precios en las gasolineras. “El impacto directo de los ataques podría ser de corta duración”, según explica Nick Butler, profesor de política energética internacional del King's College (Londres). Como sea, existe el temor de que los ataques aviven las tensiones políticas en la región, en cuyo caso el aumento de precios podría tener un efecto más duradero a largo plazo. El profesor Butler cree que si Arabia Saudita, Estados Unidos o sus aliados emprenden medidas de represalia “cualquier aumento podría ser mantenerse en el tiempo alimentando el riesgo de una recesión económica”. El sistema de gobernanza mundial depende en gran medida de la competencia por el acceso al “oro negro”, principal insumo de la economía. Varios analistas internacionales coinciden en el diagnóstico de que la gran pelea por la supremacía mundial tiene lugar en el mercado global de hidrocarburos. El punto es que el petróleo es, al menos desde hace más de un siglo y medio, el recurso estratégico a nivel mundial. La lucha por el control de este recurso energético ha sido uno de los móviles principales de revoluciones, golpes de Estado y guerras de todo tipo. Un hito trascedente en esta historia fue la llamada crisis del petróleo de 1973, motivada por la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OPEP), de no exportar más combustibles a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kippur. Esta medida afectó sensiblemente a Estados Unidos y a los países occidentales, cuyas economías trastabillaron por la disparada del precio de esa materia prima.
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