Pichetto, el mago del sur, clave para el gobierno y la oposición

Hoy el oficialismo tendrá en Río Cuarto su primer gran test electoral desde que llegó al poder. Con bemoles, porque se trata de tierra de aliados, Cambiemos enfrentará un examen complicado en la segunda ciudad de la Provincia de Córdoba. Al cabo, todo sea por modificar el estado de ánimo general.Jorge BarroetaveñaNi la luz al fondo del túnel ni la lluvia de inversiones que se viene prometiendo hasta ahora han dicho presente. El gobierno atraviesa el desierto del ajuste buscando encontrar al final del camino los resultados que la receta clásica brinda en los manuales pero hasta ahora no aparece. El dilema instalado en el gobierno nacional es hasta dónde seguir ajustando el torniquete. Los aumentos tarifarios provocaron una disparada de la inflación que ya lleva la primera mitad del año. Si bien los índices mayoristas empezaron a dar señales de calma, el efecto todavía está lejos de sentirse en las góndolas de los supermercados y en el bolsillo de los ciudadanos. Atribulado por las acusaciones de gobierno para ricos, Macri bucea en otras alternativas para llevar un poco de tranquilidad a la calle. La decisión de pagarle los juicios a los jubilados, incluyendo un blanqueo impositivo, atraviesa el Congreso con múltiples modificaciones en el lomo. No importa, lo único que cuenta es que se convierta en ley.Para eso, dos viejos aliados volvieron al ruedo: Sergio Massa y Diego Bossio. Casualmente, o no tanto, los dos fueron jefes del Anses y conocen bien la cuestión previsional. Sus apoyos serán claves para que la iniciativa salga de Diputados y lo hicieron sentir. Casi todas las sugerencias que formularon se sumaron al proyecto que el jueves obtuvo dictamen en comisión y será tratado en el recinto esta semana. En el Senado será otra historia, porque los interlocutores son diferentes y el Frente para la Victoria vive una interna feroz.Miguel Ángel Pichetto condujo con mano de hierro su bloque durante los años más duros del kirchnerismo. Veterano de mil batallas, con el traje siempre adecuado para defender a los gobiernos de Menem, Duhalde, Néstor o Cristina Kirchner, siente claramente que van por él. Hace algunas semanas, cuando la ex presidenta hizo su raid capitalino que incluyó la famosa parada de Comodoro Py, le bajó una orden contundente a sus leales en el Senado: torpedear la designación de los dos jueces de la Corte que quiere Macri y acabar con el liderazgo de Pichetto. En sus oídos todavía resonaban las críticas del legislador a la política económica de los últimos años y a su alter ego Axel Kicillof. Pichetto todavía sigue caliente con la derrota en Río Negro del año pasado, la que atribuye al desdén con la que el 'chico de oro' trataba a las economías regionales. Ese día de Cristina fueron 21 leales los que la escucharon con atención y se quedaron con el mandado de empezar a sacudir la modorra de Pichetto. El planteo llegó con forma de ampliar la cantidad de jueces de la Corte hace un puñado de horas, de 5 a 13. Claro, no pocos recuerdan que fue la propia Cristina la que se siempre se opuso a una ampliación. A una semana de aprobar los pliegos de Rosatti y Rosenkrantz, para Pichetto fue una virtual declaración de guerra. Y ahí está la batalla del Senado que podría marcar un antes y un después en quien tiene hoy, la máxima representación institucional del peronismo, ocupando un lugar de poder e influencia máximos. Si los cristinistas consiguen la cantidad de votos suficientes para complicar los dos tercios, el principio del fin para Pichetto es probable que haya comenzado porque en el gobierno se preguntarán, con lógica impúdica, hasta dónde conviene seguir negociando leyes con él.El dilema Pichetto es en rigor, el dilema que atraviesa a todo el peronismo que sigue crujiendo mientras intenta renovarse. El debate entre los que apuestan a romper todo y los que buscan apelar a cierta racionalidad sigue abierto, con triunfos y derrotas en partes iguales. El peronismo es hoy un conglomerado variopinto de caciques sin territorio, gobernadores acuciados por el peso de sus deudas, legisladores que responden a unos y otros y una ex presidenta con poder menguado pero capacidad de daño importante, que desde el sur dicta órdenes y no firma decretos porque no puede. Aparte está el tironeo al que lo someten líderes de peso como Sergio Massa que se quieren quedar con todo el mandado y se restregan las manos pensando en el año que viene.Es el panorama que también le conviene a Cambiemos, que fogonea aquí y allá, para acentuar o disminuir los conflictos según sus propias necesidades. En el mientras tanto, la economía sigue marcando el paso de las demandas. Todos lo saben y el Presidente también.Lo que pasó en la Argentina en los últimos 12 años fue muy fuerte, tanto que todavía influyen en el presente. Y eso condiciona buena parte del análisis. Pero la herencia en algún momento deja de serlo y se transforma en renta o deuda propia. Cambiemos ganó las elecciones cuando pocos pensaban que podía hacerlo y enfrenta el desafío de demostrar que el peronismo no es el único que puede gobernar la Argentina. Es la política sí, pero condicionada por la economía. A los volantazos, con el costo de prueba y error, Macri va. El interrogante es hasta dónde la sociedad lo seguirá acompañando y qué hará el año que viene cuando llegue el momento de hacer la primera evaluación. Entre la gloria y Devoto, como dice el refrán, sólo hay un paso.
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