LIDERAZGOS, LEGALIDAD Y FE
¿Por qué la gente obedece?
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Para responder a esta pregunta podemos referenciarnos en Max Weber, un teórico del poder, quien a principios del siglo XX postulaba lo siguiente:
Por Juan Pablo Castillo*
En principio, existen 3 justificaciones. En primer lugar, la “autoridad del pasado”, es decir, las costumbres santificadas por una validez inmemorial y por la disposición habitual a someterse. Esta es la denominada autoridad tradicional.
Por otro lado, existe la autoridad del don de gracia extraordinario y personal, la confianza y la devoción absolutamente personal en la revelación, el heroísmo u otras cualidades de dirección individual. Este es el dominio “carismático” ejercido por un gran demagogo o jefe de un partido político.
Finalmente, está el dominio en virtud de la “legalidad”, merced a la creencia en la validez de lo estatuido legalmente y en la “competencia” funcional, basada en reglas creadas racionalmente.
Vamos a detenernos en la segunda de las justificaciones: el dominio en virtud de la devoción. De los que obedecen al “carisma” puramente personal del “líder”. Significa esto que se reconoce personalmente al líder como conductor de hombres por un “llamado” interior. Los hombres no lo obedecen en virtud de la tradición o lo estatuido, sino porque creen en él. Podría decirse que no los moviliza la razón sino la fe.
Ahora bien, ¿qué tipo de organizaciones políticas tenemos? ¿Qué tipo de organizaciones políticas queremos?
Claramente, no es nada nuevo el tipo de obediencia política que existe en nuestra comunidad. Si vemos que a principios del siglo XX ya se hablaba de este tipo de dominación donde parecía ser más importante la persona que las estructuras legales formalmente estatuidas, no es difícil darse cuenta del atraso y la obsecuencia con la cual nos conducimos.
En síntesis, considero que es muy importante poner en debate esta cuestión porque las estructuras legalmente establecidas permiten construir verdaderas políticas de estado. Es fundamental poner el foco en los proyectos a largo plazo y no parches coyunturales, que es pirotecnia para hoy y hambre para mañana.
Para cerrar, los invito a pensar qué tipo de liderazgos tenemos y queremos, para evitar caer en la demagogia electoralista en lugar de discutir proyectos que realmente sean transformadores y que apunten más allá de la inmediatez.
*Sociólogo y consultor político.
