ELECCIONES
¡Proscripción un carajo! Cristina 2023. La Patria es el otro…

Esto rezaban los carteles que aparecieron en el paredón ubicado justo enfrente de la sede del PJ. Todos los que llegaron el jueves al lugar, fue lo primero que vieron. Después de despejar el camino de custodios, asesores y militantes. Cristina no estuvo pero estuvo. Y le marcó la cancha y el camino a todos y todas.
Por Jorge Barroetaveña
¿Habrá sido por eso la cara de pocos amigos que tenía Sergio Massa cuando llegó? Es probable. El Ministro encima viene de la peor semana desde que asumió tratando de digerir el 6% de inflación en enero que midió el INDEC. Ese numerito, doloroso y determinante para sus ambiciones, debe seguir dando vueltas por su cabeza. Es que la consecuencia de no domar el caballo de la inflación no sólo es económica, es política obviamente. afectando su fortaleza y su debilidad, sin términos medios, y las chances que tiene de imponerse ante sus socios como la única alternativa para evitar el naufragio electoral.
Adentro lo esperaba otra sorpresa: Máximo Kirchner. El ‘heredero’ había avisado un par de veces que no iría. O mintió o se arrepintió pero les hizo comer el amague. Al final, y salvo Cristina, estuvieron todos. Hasta el Presidente Alberto Fernández, haciendo gala de su debilidad, y avisando que quiere competir en una PASO pero, siempre hay un ‘pero’, “si hay un candidato mejor me bajo”.
Desde afuera la Vice digitó todo. Consiguió instalar y hacer causa común su ‘proscripción’, debatir el rumbo económico del gobierno y dejar en claro que, sea quien sea, tendrá que estar por escrito el programa económico. Hubo momentos ásperos y discusiones altas, pero nada se salió de madre. Fue una especie de catarsis colectiva de los socios fundadores del Frente, ante un proceso electoral sombrío y que no deja margen de maniobra.
Palazzo, el poderoso líder de los bancarios y hombre de Cristina hasta la médula, impuso la creación de una ‘comisión’ para viajar a pedirle a la jefa que sea candidata. Sería como un 17 de Octubre pero de los dirigentes hacia ella. Massa, que ha podido reconstruir su relación y tiene buena onda con Máximo, deberá tragarse el sapo. Ya lo sabe. Si no consigue bajar la inflación pasará el que sigue y Cristina siempre está. No importa lo del piso y lo del techo. El kirchnerismo se mira el ombligo con el principal objetivo de retener la Provincia de Buenos Aires. Alguno pensó incluso en la jefa como candidata a gobernadora y Axel a la presidencia. Sería para una PASO rota, aunque lo de ayer los dejó un poco más cerca de un acuerdo interno. Precario pero acuerdo al fin. Mejor que cualquier ruptura.
La sensación de vacío en el estómago no es agradable. Un político siente eso, y mucho más, en las cercanías de perder el poder. Ese susto es el que ha empezado a predominar en casi todo el oficialismo. El miedo a perder lo que tanto costó recuperar en el 2019 y la incertidumbre sobre el futuro propio antes que el ajeno. Claro que más allá de los pretextos y las culpas, habrá que rendir cuentas de los que se hizo, de lo que no se hizo o de lo se hizo mal. Ese final es inexorable para cualquier político que quiera revalidar su permanencia.
El Frente de Todos tiene con qué defenderse, aunque hay algo que lo persigue como un fantasma, husmea en los rincones y le hace doler la cabeza: se llama inflación. En enero el índice trepó hasta el 6% dejando arrastre para el primer trimestre. Lo grave es que agujereó la credibilidad de Massa que llegó con muchos bríos al cargo. La pelea, nadie podrá decir que no lo hace. Tampoco que no le ha dado cierta previsibilidad a las medidas que Guzmán no pudo implementar o intentó fallidamente. Massa se ha vuelto experto en disimular el ajuste. Con maquillaje, hace lo que quería hacer Guzmán que falló por su propia impericia y por el fuego de sus aliados.
Claro que la faena está lejos de terminar. Sin embargo darán un gran paso si logran acordar candidaturas y métodos para elegirlas. El peronismo, sus múltiples caras más los aliados, no tiene margen para otra cosa. No puede depender a esta altura de los yerros de la oposición que sigue empeñada en darle una mano cada vez que puede. Es que la hoguera de las vanidades amenaza con dejar tierra arrasada.
El jueves dieron el primer paso para ver si, lo que no consiguieron en 3 años lo pueden conseguir ahora. No será sencilla la tarea en medio de un contexto económico delicado. Cristina es la primera que lo sabe. Hace unos años en Harvard, dijo: “si tuviéramos el 25% de inflación como dicen los medios y la oposición la Argentina hubiera estallado en pedazos”. Menos mal que su evaluación no fue correcta.