Qué pasa con nuestros niños
Cada vez más chicos, de las distintas clases sociales, asisten el psicólogo. Todo indica que el déficit emocional, que complica sus vidas, es efecto de una crisis al interior de la familia.Los síntomas pueden ser de los más diversos: problemas de adaptación, agresión, aislamiento, depresión, enfermedades continuas, trastornos de la alimentación, falta de control de la motricidad, dificultades en el habla, miedos, pesadillas, etc.Los chicos sufren de distinta manera y ya se habla de una "patologización de la infancia". La idea de que la crianza era algo reservado a la familia es obsoleta. Ahora intervienen en ella más que nunca psicólogos y psicopedagogos.La periodista Mariana Iglesias, en el diario Clarín, titula "Alerta por un aluvión de chicos que van al psicólogo". Allí se da cuenta de una tendencia cuyas causas, según la conclusión del informe, se vinculan a la "desestructuración social y familiar".Se verifica una suerte de estallido al interior de la institución familiar que se traduce en un malestar creciente en los hijos. Hay cierto consenso entre los profesionales sobre el particular."Aumentan las situaciones de violencia familiar, de abuso sexual y maltrato infantil en los diversos estratos sociales. Que la mujer deba trabajar como el hombre con horarios prolongados lleva al cansancio y al desencuentro con la pareja. La imposibilidad de la madre de estar más presente en la crianza de los hijos lleva a los padres a sentirse con culpa, lo que dificulta la puesta de límites".Esa es la descripción que hace Felisa Widder, pediatra y psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y añade: "Además, los niños van desde muy chicos a los jardines maternales, pasan excesivas horas frente al televisor y la computadora, lo que anula las posibilidades del juego creativo con juguetes, tan importante para el proceso de pensamiento".Este contexto, aclara, es el caldo de cultivo para que se disparen patologías como insomnio, inquietud, descontrol esfinteriano, trastornos de aprendizaje, falta de concentración y enfermedades psicosomáticas.En tanto, Andrés Rascovsky, presidente de APA, hace hincapié en la sociedad "compleja, contradictoria y violenta", y en el proceso de desestructuración familiar."Es necesaria una familia sana para producir hijos sanos. Si no, son personalidades que se arman con déficit. Faltan elementos esenciales en la estructura psíquica", explicó.La psicoanalista, Stella Maris Rivadero, habla de padres desertores de sus funciones: "Los chicos se crían solos, llenos de múltiples actividades. Están desorientados, sin parámetros ni referentes. Y tienen problemas para relacionarse con los demás. La crianza implica amor, esfuerzo y tiempo".Otros especialistas alertan sobre una peligrosa tendencia a la simplificación y un abuso de diagnósticos lineales que llevan a los chicos al consultorio y a veces hasta a ser medicados. "El chico inquieto de antes hoy enseguida es tildado de algo y enviado a la consulta", advierte Graciela Szyber, que acaba de publicar "Patologías actuales de la infancia"."No todos los chicos que se portan mal o viven al ritmo de un video clip, por ejemplo, tienen que ir a un consultorio. A veces, son sólo portadores de sus padres y desnudan la falta de bordes contenedores de sus hogares", asegura por su lado Diana Baccaro.Muchos padres, que son incapaces de ponerles límites a sus hijos, porque fallan en su crianza, pretenden por otro lado que los psicólogos hagan el trabajo de ellos. Y en este sentido, quizá quienes necesitan ir a la consulta sean estos padres.
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