¿Qué pesa más: el talento o la práctica?
El tópico de cómo adquieren las personas elevados niveles en distintas actividades, ha sido y es motivo de intensos debates. Los científicos no se ponen de acuerdo acerca de si inciden más los dones naturales o la voluntad.Por un lado están los psicólogos que creen que el hombre es como un papel en blanco en el cual el medio ambiente inscribe sus caracteres.En las antípodas, están los innatistas, los que sobrevaloran las cualidades naturales.¿Cómo se explica la existencia de esas personas que sobresalen en ciencias, finanzas, música, arte y deporte? ¿A qué atribuir el hecho de que haya quienes parecen tocados por una varita mágica, cuyas producciones concitan la admiración del resto?La literatura científica, en el campo de la psicología, alimenta la perplejidad sobre el asunto. Y esto porque mientras hay investigaciones que avalan la afirmación según la cual la práctica lo es todo, otras arrojan el resultado inverso: dicen que el talento incide más.En este último pelotón se anotan David Hambrick y Elizabeth Meinz, psicólogos de la Universidad de Michigan y de Illinois, quienes en un reciente artículo periodístico, publicado en The New York Times, aseguran que un elevado nivel de capacidad intelectual es lo que hace la diferencia.Los académicos cuestionaron los resultados de estudios anteriores que habían analizado a estudiantes de violín concluyendo que los "mejores"intérpretes eran aquellos que habían acumulado más horas de práctica."Se han defendido estos hallazgos con entusiasmo, tal vez debido a su atractivo meritocrático: lo que parece diferenciar a los excelentes de los buenos es el trabajo duro, no la capacidad intelectual", dicen Hambrick y Meinz.Los académicos hicieron un trabajo empírico entre pianistas y descubrieron, en cambio, que "la capacidad de memoria de trabajo, un componente central de la capacidad intelectual, pronostica el éxito en una amplia variedad de actividades complejas".Aquí, entonces, la cualidad que estaría pesando más es el coeficiente intelectual, un rasgo innato. "En otras palabras, si se tienen dos pianistas con la misma cantidad de práctica pero diferentes niveles de capacidad de memoria de trabajo, es probable que aquel que tiene mayor capacidad de memoria de trabajo funcione considerablemente mejor en la tarea de interpretación a primera vista", razonaron los científicos.Hambrick y Meinz aclararon, no obstante, que la capacidad intelectual y las virtudes asociadas a ésta, no niegan el valor de la práctica."Tampoco confirma que es imposible que una persona de coeficiente intelectual medio obtenga, por ejemplo, un doctorado en física. Sólo es improbable, hablando en términos relativos", dicen, y rematan su argumento diciendo que "a veces la historia que nos cuenta la ciencia no es la que queremos escuchar".Más allá de estas conclusiones -que resultan controversiales a la luz de una literatura "científica" que postula lo contrario- vale consignar la existencia de un debate antiquísimo acerca de cómo se explica la superioridad de algunas personas.Toda actividad humana, por lo visto, es admirablemente compleja.Friedrich Nietzsche, sin negar la incidencia de los dones naturales, ha escrito por ejemplo que aquellas personas que descollaron en la historia "poseían una sólida conciencia artesanal que empieza aprendiendo a hacer las partes a la perfección antes de afrontar un trabajo de conjunto: se tomaron tiempo para ello".Y con respecto a la llamada "inspiración" de los genios, el filósofo recordó "que los grandes hombres eran grandes trabajadores, incansables".
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