"¿Hay que seguir midiendo la contaminación hasta que el daño causado sea irreversible?"
Raúl A. Estrada Oyuela*
Especial para El Día
Coincido con el ingeniero Martínez en la necesidad de que se informe sobre lo que está ocurriendo en el río, pero creo que esa información debe ser orgánica y sistematizada, tanto técnica como institucionalmente.
Claramente la carta del ingeniero Martínez contiene una serie de errores conceptuales que resulta imprescindible puntualizar para bien de todos.
En primer lugar sus explicaciones no se deben ofrecer solamente “a la comunidad de Gualeguaychú” porque éste no es un problema municipal. Esta es una preocupación de todo el país porque la contaminación del Río Uruguay afecta la soberanía de la Nación sobre sus recursos naturales.
El segundo error conceptual es que en casos de contaminación que como señala el ingeniero Martínez produce la planta finlandesa, el método a seguir no es medir la acumulación para verificar cuando alcanza el punto que, en cierto momento histórico y en determinado contexto ambiental, alguien consideró crítico. Esas pautas son relativas y temporarias, no son verdades absolutas, universales y permanentes. Las propias directrices canadienses que el INTI invoca explican que su eventual aplicación debe considerarse en relación con las circunstancias de cada caso. ¿A quien se le puede ocurrir que hay que seguir midiendo acumulación de contaminación hasta que pueda decirse que efectivamente el daño causado es grave e irreversible?
Para estas situaciones la comunidad internacional ha acordado que cuando haya peligro de daño grave o irreversible deberán adoptarse medidas para impedir la degradación del medio ambiente (Declaración de Río, principio 15). Este concepto ya había sido instrumentado en el Estatuo del Río Uruguay violado por los sucesivos gobiernos de Montevideo. Es además un compromiso formal contraído por los dos países en tratados multilaterales entre los que se encuentran la Convención sobre la Diversidad Biológica y, en relación con las dioxinas y furanos, la Convención sobre los Contaminantes Orgánicos Persistentes. La delegación argentina en el Grupo de Trabajo que intentó negociar con Uruguay, presentó un documento completo sobre estos compromisos que está a disposición del público. El INTI, además de ingenieros, tiene abogados expertos que conocen estas materias sobradamente. Su presidente no debería incurrir en este error conceptual.
Después de más de cuatro décadas en la función pública, desconozco “los importantes esfuerzos” realizados desde el gobierno, el presente o los anteriores, para incorporar cabalmente el respeto del medio ambiente en sus propias gestiones. Pero ni el ruido, ni los basurales, ni la contaminación del Riachuelo y el Reconquista entre otros ríos, son excusa para contaminar el Río Uruguay.
Las consideraciones del Presidente del INTI sobre la acumulación de contaminantes omiten mencionar que según sus propias mediciones tomadas en Concepción del Uruguay y en Ñadubaysal, entre esos dos puntos en aguas argentinas la concentración de arsénico aumentó 580%, el cadmio 450%, el cromo 210%, el cobre 290%, el mercurio 360%, el manganeso 370%, el níquel 350%, el plomo 490%, el zinc 470% y como ya hemos dicho varias vecs la dioxinas y furanos el 530%.
El INTI tampoco informa sobre el oxígeno disuelto en el agua, cuando el crecimiento de algas sugiere una fuerte disminución porque la capa que crean impide el paso de la luz solar y consecuentemente inhibe la fotosíntesis en el río.
El Presidente del INTI tuvo la mala suerte de enviar su carta el día que se produjo un derrame aun no explicado y que se hizo más notoria la plaga de algas tóxicas en el Río. Pero eso no se le puede reprochar a un funcionario en cuya buena fe y corrección tengo confianza.
Este contenido no está abierto a comentarios

