Saber perder, un signo de madurez
En la Argentina se impone la lógica deportiva que obliga a ganar siempre. Pero cuando eso no ocurre, no importa la esfera de la vida, se reacciona con enojo.Las elecciones generales en Argentina ya pasaron pero todavía hay gente que, viendo que su partido no ganó en las urnas, no termina de digerir el resultado, en una actitud de negación de lo que sucedió.La psicología enseña que la conducta típica del adolescente es la intransigencia cuando la realidad no se ajusta a su deseo. Al descubrir lo que significa lo fáctico, a través de los límites a sus aspiraciones, experimenta así qué mísera es a menudo la vida.El adolescente entra en crisis al chocar con la realidad (a veces social y política) que él quiere dirigir, pero resulta que esta es mucho más tenaz de lo que creía.Como le cuesta aceptar que los demás también tienen sus iniciativas, sus ideas, sus opiniones, puede ocurrir que el joven entonces sucumba al absolutismo, se vuelva un fanático que no reconoce nada.De aquí la queja y al malhumor permanente que caracteriza a esos jovencitos a los que les cuesta percibir que el mundo no gira alrededor de ellos, y al que quisieran por tanto incendiar o romper.La madurez psicológica comienza, justamente, cuando la persona no sólo se acepta a sí misma, sino cuando asume con valentía la realidad con sus límites y la perspectiva de la vida ajena.Vivir en sociedad, de hecho, consiste en transigir ante el hecho de que los otros piensan distinto y ven los acontecimientos de otro modo. La democracia, como producto de la evolución política de la humanidad, aparece como el único sistema que permite gestionar las diferentes visiones.Así, en las elecciones democráticas se gana y se pierde. Y aquí saber ganar significa no creérsela, como si los votos otorgasen infalibilidad o el derecho a hacer cualquier cosa desde el poder conquistado.Y saber perder es asumir con dignidad la derrota. Pero por lo visto esto es algo problemático en Argentina. ¿Somos acaso un país adolescente incapacitado psicológicamente de aceptar los reveces electorales? ¿De ahí nuestra imposibilidad de convivir pacíficamente con ideas y concepciones contrapuestas en un clima de tolerancia?Dicen que el "exitismo", el afán desmedido de éxito que niega cualquier posibilidad de derrota, es la enfermedad de la sociedad argentina. Y esto se echa de ver en el fútbol."En la Argentina no se sabe perder, siempre tenemos que echarle la culpa a alguien" reflexionó no hace mucho José Pekerman, ex técnico de la selección nacional de fútbol, al explicar ese rasgo adolescente que domina en el futbolero argentino.A propósito, la fallida votación en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ¿fue un sabotaje electoral de una facción, al saber que perdía?Para el psiquiatra español Enrique Rojas el secreto del crecimiento personal -y por extensión de los grupos humanos- finca en la aceptación de las adversidades."Lo que ayuda a crecer a las personas es la derrota. La derrota enseña lo que el éxito oculta", refirió en una entrevista.El psiquiatra sostiene que la sabiduría consiste en sublimar los inevitables reveses y al respecto pone como ejemplo a Nelson Mandela, "que se pasó 26 años en una cárcel y sin embargo escribió páginas llenas de felicidad".Saber perder con dignidad y felicitar al vencedor no sólo es un signo de madurez sino una regla de oro de humanidad. En contraposición, nada más desagradable que ver a un mal perdedor fuera de sí.
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