San Martín, alguien que veía más allá
El Padre de la Patria, del que hoy se recuerda un nuevo aniversario de su fallecimiento, era más que un militar avezado. Gozaba de la visión de lo hacedero, esa rara intuición acerca de lo que hay que emprender en medio de las dificultades.Se ha escrito mucho sobre sus cualidades militares. Pero el gran estratega -formado en la mejor escuela europea- fue ante todo alguien que vio más que otros.Porque San Martín no fue un soldado contratado para la guerra emancipadora. Como quien presta su servicio técnico a una empresa decidida por otros. No, él fue el conductor del proceso libertador en estas tierras.Fue el inspirador supremo de la causa americana. Y en este sentido tenía la previsión del futuro, propia del líder. Ninguno como él vio la importancia de emancipar la colonia, por encima de cualquier otra prioridad.Por eso exhortaba, como verdadero cultor de la unidad de los argentinos, a deponer las diferencias internas. Fue él quien se negó a enredarse en disputas intestinas, cuando fue tentado por grupos facciosos, dando una lección para la posteridad.Y así le escribía a Estanislao López, gobernador de Santa Fe, en 1819: "Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan; divididos seremos esclavos; unidos estoy seguro que los batiremos; hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra con honor".Sólo alguien que veía más allá, el previsor, el que comprendía a lo grande la situación política de nuestros pueblos, podía opinar así. En la carta al caudillo santafecino aparece todo el sentido sanmartiniano:"Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas. (...) Transemos nuestras diferencias; unámonos para batir a los maturrangos que nos amenazan y después nos queda tiempo para concluir de cualquier modo nuestros disgustos en los términos que hallemos por convenientes sin que haya un tercero en discordia que nos esclavice".Sobre San Martín, como se ve, no sólo pesaba la ingeniería de la empresa emancipadora. No sólo debía estar al tanto, en cada detalle, de los factores militares en juego. Para él la guerra era el instrumento de una causa política superior.No había dificultad, por tanto, que pudiese doblegar su determinación. Porque la emancipación se haría -como efectivamente ocurrió- sin ayuda externa, algo que no tuvo paralelo en los anales de la historia americana.De ahí que llegó a decir: "Si no hay quien fabrique zapatos, andemos con ojotas; si faltan sillas, nos sentaremos en cabezas de vaca, si no tenemos que ponernos, andaremos en pelota como nuestros antepasados los indios".El político brillaba, también, en las exhortaciones que hizo antes de embarcarse hacia el Perú. San Martín, preocupado por las luchas intestinas, se dirige a los habitantes de las Provincias Unidas en proclama del 22 de julio de 1820, en estos términos:"Vuestra situación no admite disimulo; diez años de constantes sacrificios sirven hoy de trofeo a la anarquía; la gloria de haberlos hecho es mi pesar actual cuando se considera su poco fruto".Trascartón agregaba: "Si dóciles a la experiencia de diez años de conflictos no dais a vuestros deseos una dirección más prudente, temo que cansados de la anarquía suspiréis al fin por la opresión y recibáis el yugo del primer aventurero feliz que se presente, quien lejos de fijar vuestros destinos, no hará más que prolongar vuestra incertidumbre".Por encima del soldado, del estratega militar, en San Martín brillaba el talento del conductor esclarecido, cuya acción siempre estuvo inspirada y dirigida por la sagaz mirada en torno a lo necesario.
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