San Martín, un prócer de vida frugal y austera
El inspirador de la emancipación americana, del que hoy se recuerda un nuevo aniversario de su fallecimiento, llevó una vida material austera, al tiempo que renunció a cargos públicos y honores.Es interesante, al respecto, seguir la correspondencia de San Martín. Ahí uno se percata que el Padre de la Patria cinceló una epopeya con las manos vacías de riqueza.El Estado de Chile le obsequió una vajilla de plata y le fijó un sueldo de 6.000 pesos. Ante la negativa de San Martín, el gobierno insistió diciendo que debía someterse a esa orden "por sus necesidades personales y por el decoro de su empleo", pues "su frugalidad parecerá a los extranjeros, no virtud de Esparta, sino pobreza criticable".Pero el héroe de los Andes no transigió. En carta de 1817 al comisario del Ejército de Chile, escribe: "No estamos en tiempo de tanto lujo: el Estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remedirlas".Un año antes, San Marín ya decía: "Prometo a nombre de la independencia de mi patria, no admitir jamás mayor graduación que la que tengo, ni obtener empleo público y, el militar que poseo, renunciarlo en el momento en que los americanos no tengan enemigos".El gobierno le dio cincuenta cuadras en El Retamo y donó doscientas cuadras en Los Barriales a Mercedes, su hija pequeña. San Martín renuncia, sugiriendo que esos terrenos se reservaran para premiar a oficiales del Ejército. El gobierno, no obstante, dictaminó que los padres no podían usar su potestad en perjuicio de sus hijos menores y mantuvo la donación a Mercedes.Sobre este asunto, el Libertador le escribió a Tomás Godoy Cruz. "Es muy natural al hombre prever la suerte que se propone pasar en la cansada época de su vejez. El estado de labrador es el que creo más análogo a mi genio, y como un recurso y asilo a las inquietudes y trabajo de mi vida toda ocupada al servicio de las armas. Mi fortuna menguada no me ha proporcionado jamás un fundo rural con que contar para esta edad a que aspiro".Y continúa: "El corto número de cincuenta cuadras llena mi aspiración y deseos, mas no puedo contar con ellos (...) El sumo valor a que ha podido llegar el precio de cuadra es de cuatro pesos, y esto mitad al contado y mitad a plazo para poderse hallar compradores (...) No los tengo y en caso de tenerlos los compraría. La voluntaria cesión de la mitad de mis sueldos me ha reducido a pasar una vida frugal, y sin el menor ahorro para embolsar, ajustándome a una economía tan estrecha como la posesión del sueldo con que contaba".El 27 de febrero de 1817, San Martín renuncia al grado de brigadier en estos términos: "Me considero sobradamente recompensado con haber merecido la aprobación por el servicio que he hecho: es el único premio capaz de satisfacer el corazón de un hombre que aspira a otra cosa. Antes de ahora tengo empeñada solemnemente mi palabra de no admitir grado ni empleo militar ni político".En otra carta a Guido, le comenta: "Me dice que pida y más pida para el aumento de fuerza de esta provincia (...) Le consta que lejos de auxiliarme me han sacado 6.000 y más en dinero (...) Yo no espero más que se cierre la cordillera para sepultarme en un rincón en que nadie sepa de mi existencia; y sólo saldré de él para ponerme al frente de una partida de gauchos si los matuchos nos invaden".Ya lejos de la patria, en Bélgica, San Martín le escribe en 1823 al general O'Higgins: "Estoy viviendo de prestado (...) ¡Ah, pícaros! ¡Si supieran nuestra situación, algo más tendrían que admirarnos!".En otra misiva le cuenta al general chileno su deseo de "regresar a América para concluir mis días en mi chacra, separado de todo lo que sea cargo público".
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