Ser populares y la cultura mediática
El deseo de ser aceptados por sus pares es una aspiración universal de los adolescentes, que buscan diferenciarse así del mundo adulto. Pero hoy ha pasado a ser una obsesión a partir de la potenciación de los medios de comunicación."Ser popular" se ha convertido en un máximo valor aspiracional en el mundo de los chicos de entre 9 y 17 años. Un fenómeno que en Argentina ha sido exacerbado por dos influencias: un grupo de series juveniles norteamericanas y las redes sociales.El diagnóstico es suscripto por los especialistas en cultura juvenil, como Roxana Morduchowicz, para quien lo que hace popular a un adolescente hoy es tener muchos amigos; y cuantos más mejor.Una encuesta del año 2010 del Ministerio de Educación de la Nación entre alumnos secundarios del país, ratificó la tendencia: al preguntárseles qué es lo que valoraban más de sí mismos, la respuesta de la mayoría fue "la popularidad".Los aspectos de la personalidad que pesan a la hora de cosechar amigos es el sentido del humor y el aspecto físico atractivo. En las redes sociales, donde se contabiliza la cantidad de "amigos", los adolescentes se esmeran en transmitir una imagen agradable de sí mismos."Ellos deciden qué quieren contar de sí y qué no, y es ahí donde construyen su propia identidad. Por eso, esa frase que tanto repiten sobre que si no estás en Facebook, no existís", reflexiona Morduchowicz, en diálogo con La Nación.Las series norteamericanas sobre adolescentes -cuyo formato es copiado en estas pampas por productores locales- hace tiempo vienen incentivando el modelo de los populares y los nerds.Estos últimos son asimilados aquí a los históricos "tragas", tipos formales que priorizan el estudio y el cumplimiento de las reglas escolares. Por esta condición suelen ser ridiculizados y pasan a la categoría de "no populares".Ser buen deportista, estar a la moda, contar con buen aspecto físico, ser extrovertido, tener un estilo contra-cultural (poder romper las reglas sin sufrir consecuencias), y sobre todo ser "divertido", constituyen los rasgos más salientes de los "populares".En Argentina esta lógica norteamericana la adoptó en la televisión local Cris Morena, quien en sus productos con adolescentes refleja esta cultura de los populares y los no populares.Aunque estos programas tienen altísima audiencia juvenil, son cuestionados por algunos especialistas, confirmando que no hay una correlación entre el éxito televisivo y lo deseable en términos educativos.Por ejemplo Pablo Velásquez, rector del nivel secundario del Colegio San Agustín de Buenos Aires, consideró que la escuela no debe fomentar el estereotipo del "popular".Al respecto comento que en ese colegio se promueve, en cambio, la elección de alumnos tímidos o de perfil bajo para realizar tareas de liderazgo. Otro que discute el modelo es el licenciado Adrián Dall'Asta, de la Fundación Padres."Lo que nos preocupa -afirma- es que la suma de televisión, Internet y redes sociales ha hecho que la popularidad normal y deseable se transforme en una masividad incontrolable, donde las relaciones se vuelven muy efímeras y sólo se calibran en cuanto a que se sumen miles de amigos, sin importar su calidad y los riesgos a los que los chicos se exponen".Una cosa, en suma, parece clara: el poder pedagógico de la cultura mediática se ve en el hecho de que llega a programar el deseo de los adolescentes, inculcándoles en este caso el imperativo de que todo pasa por ser reconocidos.
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