EN VIGENCIA
Sergio Massa se la juega y va al frente: o gana o pierde por goleada
Quema las naves y está bien que lo haga, al menos para la visión del oficialismo que no quiere dejar el poder. Nadie puede sorprenderse de lo que está haciendo Massa. Es lo que le venían pidiendo a gritos desde hace años al Presidente que utilizó al extinto Guzmán como escudo para no hacerlo.
Por Jorge Barroetaveña
El gobierno del Massa candidato no tiene muchas alternativas, para enfrentar una elección que a priori estaba perdida pero los errores de la oposición lo han hecho revivir. No sólo por la pelea inútil y desgastante que desangró a Cambiemos, también por la irrupción de Javier Milei que sirvió para darle la razón a Cristina cuando habló de una elección de tercios.
Massa quiere ser Presidente y hará todo lo que tenga que hacer para conseguirlo. Más ahora que el contexto político le abrió una puerta, chiquita, pero puerta al fin.
Rodeado de los sindicalistas, casi todos porque Luis Barrionuevo estaba con Milei, anunció en la práctica la virtual eliminación del Impuesto a las Ganancias. A partir de ahora sólo pagarán unos 80.000 contribuyentes en todo el país. Horas después anunció la devolución del IVA en alimentos, una medida que Macri impulsó en el 2019 pero los gobernadores le impidieron llevar a la práctica.
Las dos decisiones implican una merma en la recaudación del estado. Impacta además en las provincias porque son coparticipables. No importa, el objetivo hoy es llegar a la segunda vuelta y conseguir una chance más de seguir con vida. Como sucede siempre, el frío de una posible derrota es un síntoma que los cuerpos peronistas no soportan. Lenta e inexorablemente, todos se van alineando detrás del único que tiene alguna posibilidad de salvarlos del naufragio.
En Tucumán, en esa reunión multitudinaria que hasta congregó a Máximo Kirchner, parecieron firmar un pacto de sangre: o nos salvamos todos o no se salva nadie. Es que la tentación, para varios gobernadores de repartir la boleta de Milei, es grande. Y el peronismo no está exento de las traiciones, algo tan habitual en política.
Por supuesto que Massa lo sabe y no quiere dejar nada librado al azar. En esa carrera desenfrenada que desembocará en el 22 de agosto queda cada vez menos tiempo. No está exento claro de las cosas insólitas que restan en lugar de sumar, como el paro convocado por el Ministro Katopodis y al que se sumó el inefable Presidente Alberto para repudiar ‘futuras’ políticas en obra pública de un ‘futuro supuesto’ gobierno de Milei o Bullrich. Los pobres empleados que rodean en la foto al Ministro todavía se deben estar preguntando qué hacían ahí. Pero todo se trata de recuperar los votos perdidos. Lo demás no importa.
Lo de Santa Fe fue un mazazo calculado. Perotti y su gente hace tiempo que dejaron de estar en el radar del gobierno nacional y del kirchnerismo. Mucho de eso se ve en la crisis de inseguridad que atraviesa esa provincia desde hace años. Igual era difícil que Maxi Pullaro rescatara todos los votos de la interna Cambiemos, pero lo hizo y se convirtió en el candidato a gobernador más votado de la historia. Exultante, Patricia Bullrich, empezó a ver el domingo la luz al final del túnel. Tiene, quizás, el camino más complicado para recorrer, pero recibió, luego de tantos golpes, un estímulo.
Milei sigue haciendo de las suyas. Con pocas horas de diferencia se juntó con Martínez de la Uocra y el inoxidable Luis Barrionuevo que está dispuesto a batir su propio récord, viniendo de apoyar a Wado De Pedro. Dicen que se viene la Mesa Sindical Milei Presidente, al estilo de aquella memorable que impulsó a Carlos Menem. Para todos es ganancia. Barrionuevo se mantiene vigente y Milei manda mensajes de cierta flexibilidad a la hora de hablar de sus propuestas. Pese a eso, acercarse a la “casta sindical” también implica sus riesgos, aunque el candidato está convencido que su buena estrella lo pone a resguardo de todo.
El 12,4% de inflación que anunció el INDEC a mitad de semana, es lo que le pone límites a la cancha en la que juegan los protagonistas. Cualquiera sea el que gane en octubre o noviembre si hay segunda vuelta, encontrará a partir de diciembre un país patas para arriba. Con una inflación desbocada que golpea otra vez las puertas de una híper como no hemos conocido. Los pesos se diluyen en las manos de la gente y nadie se atreve si quiera a pensar lo que podría pasar a fin de año.
Es lo que hay. Lo que supimos construir o destruir, para ser más precisos. Alguien dijo que había que estar un poco loco para querer ser Presidente. La verdad, con todos los problemas que hay, solamente desde ese lugar se podría concebir semejante empresa. Tengamos paciencia, falta menos para saber quién será la persona que guíe nuestros destinos.