Soja y nueva división internacional del trabajo
Cada país debe dedicarse a aquella actividad en la que es más eficiente, aconsejaba el célebre economista David Ricardo. No es casual, a propósito, que Argentina y la región produzcan el 52% de la soja a nivel mundial.David Ricardo (1722-1823) fue un ilustre representante inglés de la "ciencia económica clásica". Junto con su compatriota Adam Smith esbozó los principios teóricos del liberalismo económico.Por entonces Inglaterra despuntaba como potencia industrial hegemónica. Agente de bolsa londinense y por tanto conocedor como pocos de los intereses de la burguesía de su país, Ricardo sabía de lo que hablaba.Su teoría del intercambio internacional, basada en las ventajas comparativas, se diría que legitimó la aspiración mundial de gran factoría de Inglaterra, al tiempo que prestó servicio a sus industriales en la disputa doméstica con los terratenientes.Según Ricardo hay naciones que tienen facilidad para producir tal o cual producto. Y estaba claro que el destino manifiesto de la isla era ser metrópoli global de la manufactura.Era muy costoso para un país, que no fuera Gran Bretaña, armarse de una industria textil, del mismo modo que era costoso para los líderes del capitalismo producir granos que podían importar de sus colonias u otros lados.Es decir Gran Bretaña -de acuerdo a Ricardo- sería un centro productor de manufactura que cambiaría por alimentos producidos en ultramar. Esta lógica, que finalmente impuso, colisionó con los intereses de los dueños de la tierra.Dado que los salarios de los obreros industriales están determinados por la posibilidad de poder alimentarse, se imponía mantener a la baja los precios agrícolas.La legislación inglesa en 1831 se hizo eco del reclamo ricardiano: las aduanas dejaron de cobrar tasas al ingreso de granos a Gran Bretaña, favoreciendo así su importación.Se ha dicho, al respecto, que el llamado modelo "agro exportador" argentino, vigente en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, se ajustó a este esquema de división internacional de trabajo.Ahora bien, el actual sistema de comercio internacional, ¿no es una reedición de la lógica de Ricardo, aunque ahora el papel hegemónico lo tengan China y Asia, adonde han migrado las grandes firmas trasnacionales, constituyendo allí la nueva factoría capitalista global?El esquema, se sabe, se completa con los proveedores de alimentos y energía. Y este es el rol que se les habría asignado a Argentina y la región (las cuales, al parecer, siguen haciendo lo que mejor saben).Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, producen juntos el 52% de la soja a nivel mundial (ronda los 136 millones de toneladas). El Mercosur, así, se parece a la poderosa OPEP (Organización de Países Productores de Petróleo) pero con otro commoditie.¿Por qué China e India demandan tanta soja? Porque en las últimas décadas, tras sumarse resueltamente al capitalismo, crearon una masiva clase media.Dicha clase media es sinónimo -en términos dietéticos- de consumo de proteínas (carnes). Pero a su vez el insumo fundamental de la producción de carnes es la soja."La ecuación de esta tendencia central de la producción agroalimentaria mundial se formula así: clase media global (China, India) = consumo de carnes = soja", resume el analista Jorge Castro.David Ricardo, que vivió en los albores de la revolución industrial, quizá nunca se imaginó que su teoría de la división internacional del trabajo tendría tan larga vida.A juzgar por el actual comercio mundial -y por cómo funcionan los mercados de gran tamaño- conviene por lo pronto releerlo.
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