Teatro desde otro lado
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En Sinergia Teatral, la sala de calle Pasteur, se ofreció el estreno local de DOCTOR FAUSTO, el clásico alemán en una de sus versiones. Vale la pena ubicarnos en general en la obra y su tiempo, antes de seguir con el comentario. Julio MajulUN POCO DE HISTORIA (O LEYENDA)Mi primer contacto con el Fausto fue una soporífera versión de la obra de Goethe. Curiosamente, la fealdad de la versión hizo que me interesara en saber algo más del personaje.Así, es probable que las diferentes versiones de Fausto se inspiraran en un alemán que vivió en el siglo XV, Johann Faustus (según una de las versiones del nombre). Para otros, Fausto era el nombre, no el apellido. Pero en realidad esto no importa.Según se declara en el programa que acompaña la obra presentada en Sinergia, esta versión se basa en la de Christopher Marlowe, escritor inglés contemporáneo de Shakespeare.En la obra de Goethe, Fausto salva su alma (creo) por la mediación de Margarita (o Greta, o Gretchen); pero en la versión de Marlowe/Acosta, nadie lo salva.Marlowe hizo una obra de teatro, "DOCTOR FAUSTO", al parecer inspirada en su propio relato "La trágica historia del doctor Fausto".Y esta obra es la que parece haber adoptado (y adaptado) el teatrero de Rosario del Tala, Héctor Acosta, a quien conocimos por este trabajo.NO ES PARA HACER LA DIGESTIÓNComo ya habrán advertido, DOCTOR FAUSTO no es una obra para ir al teatro a hacer la digestión de una opípara cena, ni para divertirse con bromas. Se trata de un trabajo que nos interpela sobre temas tales como la existencia de Dios, de Lucifer, sobre las limitaciones y las ambiciones del hombre; en fin: sobre algunas de las cuestiones sobre las que (se supone al menos) todos nos hemos preguntado alguna vez.ALGUNOS DETALLESHéctor Acosta es el intérprete y director de esta puesta; puesta que tiene rasgos originales, como el aprovechamiento (distinto al habitual) del escenario (y todo el espacio) de Sinergia.El trabajo gestual de Acosta muestra perfiles deslumbrantes.El representa al doctor Fausto y a Mefistófeles, esa especie de secretario o ministro del Diablo; un gran desafío por cierto, pero para diferenciar a uno de otro, le basta con la postura corporal y las inflexiones de voz. Y su talento de actor, claro.No puedo imaginar cómo podría representarse de otra manera a la pareja que conforma la dualidad elemental del relato, que no sea la que eligiera Acosta.Otra grave dificultad fue (es) el lenguaje, que conserva la grandilocuencia del original. Pero tampoco en este tema parece que haya opción que supere la que escogiera Acosta: "aggiornar" el lenguaje creo que implicaría deshacer el mensaje que se quiere dar.EN RESUMENEn suma: se trata de un retrato fiel del personaje, tal como se lo concibiera por Marlowe (aligerando la versión de figuras secundarias, afortunadamente).Para quienes gustan conocer las creaciones importantes de la humanidad, y no van al teatro sólo a divertirse y olvidarse de la vida diaria (algo también muy válido, por cierto), esta obra es de visión necesaria. Por algo la leyenda de Fausto ha perdurado casi 600 años. Algo imperecedero de lo humano arrastra, por cierto. Vale la pena conocerlo.DETALLE IMPORTANTEPara elogiar en especial: el programa de mano que se entregara. Ojalá en todas las representaciones de la ciudad contemos con (al menos) la indicación de quiénes actúan, y quiénes son responsables de las distintas funciones que hacen a la puesta general. Ya sé que soy reiterativo, pero es necesario.
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