Tienen 30 años y viven en casa
El dato sociológico es que hay hijos que retrasan la retirada de la casa paterna hasta límites inauditos. El fenómeno, al parecer, forma parte de un nuevo concepto de época sobre la vida. ¿Qué esperan esos jóvenes de más de 25 años para vivir por sus propios medios? ¿Por qué siguen quedándose en casa de papá y mamá? ¿Acaso no están en edad de formar su propia familia?A decir verdad, no hay una explicación sencilla a estas preguntas. Aunque lo primero que viene a la mente es que se ha extendido aquello de los “hijos malcriados”.Están tan sobreprotegidos por sus padres, tan llenos de todo, que el instinto de independencia de los hijos se atrofia. Rodeados de comodidades en sus casas, mantenidos económicamente, no se animan a enfrentar la vida solos.Pero esto no sería posible sin la anuencia de los padres. En un punto, inconscientemente, éstos se resisten también a que sus hijos emigren. Es lo que se conoce como miedo al “nido vacío”.La psicología ha detectado cómo los mayores padecen la ausencia de los hijos, una vez que éstos se establecen por su cuenta. La salida de los hijos del hogar paterno, causa terror en papá y mamá.Quizá este factor juega inconscientemente en los padres, que mientras por un lado se pueden quejar de seguir manteniendo a sus hijos, por otro los alientan secretamente a que se queden en el hogar.Días pasado, en un artículo aparecido en el diario Clarín, con la firma de Mariana Iglesias, se menciona una estadística porteña sugerente: en el grupo de 25 a 29 años sólo tres de cada diez son jefes de familia y casi el 60% es soltero.Ahora bien, de ese total, el 32% vive en la casa paterna. “Es decir, hoy día hay 50.000 porteños ¿jóvenes? ¿adultos? viviendo con sus padres”, señala la autora del escrito.Quienes estudian la vida de los seres humanos, a lo largo de ciertas fases, coinciden en afirmar que la adolescencia se ha convertido en un período excesivamente largo en las sociedades occidentales.Sitúan este cambio en el año 1969, que coincidió con la revuelta juvenil en Europa y Francia. Es la época en que los adolescentes cuestionaron los ideales y los valores del mundo adulto.A partir de esa fecha la adolescencia se hace interminable. Comienza antes (a los 10-12 años) y termina más tarde (a los 25 años). Otros son todavía adolescentes a los 30 años, o más.El hecho de que se retrase la autonomía de los hijos, o su salida del hogar paterno, debe entenderse dentro de esta mutación general a nivel de la personalidad moderna.Se diría que todo tiene que ver con todo. Cierta cultura hedonística impulsa a los jóvenes a centrarse más en las búsquedas personales que en el compromiso con otro. Todo lo cual ha desalentado el deseo de armar una familia.Además, están los límites económicos. Al respecto se menciona que es casi imposible que alguien llega a la casa propia antes de los 30 años, así como es complicadísimo alquilar.Miguel Espeche, psicólogo, autor del libro “Criar sin miedo”, asegura que a veces los problemas económicos “esconden problemas en los lazos familiares, como dificultad en la maduración, miedo a encarar una vida nueva, comodidad que le llaman”.La temática es objeto de consulta de los padres a los psicólogos clínicos. En esas sesiones: “vemos si el tema es que los hijos son cómodos o sin son padres sobreprotectores que no fomentan la partida ni les dan seguridad a sus hijos”, explica la psicóloga Ana María Linera. Por otro lado, se dan los casos de aquellos que están en condiciones de emanciparse –tienen 30 años, buenos empleos y noviazgo estable- pero aun así viven en la casa paterna.
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