Todas las miradas puestas en La Haya
Decididamente el conflicto pastero en la cuenca del Río Uruguay tiene trascendencia ecuménica. El juicio que se ventila en La Haya concita la atención mundial.Sobre todo en el mundo jurídico hay una gran expectación sobre esto que se dio en llamar un "caso testigo". Los juristas están pendientes de los principios que pueda asentar este fallo.Si, como sostiene Argentina, el país vecino autorizó unilateralmente a Botnia, obviando que la pastera dispondrá de un recurso natural compartido por ambos países, ¿qué tesitura asumirán los jueces?Como se sabe, el Tratado del Río Uruguay es el ámbito natural -acordado en su momento por los dos países- para resolver el uso de ese curso de agua y toda su cuenca.La violación de ese tratado por parte del Uruguay, justamente, es uno de los núcleos centrales de la demanda planteada por Argentina ante el tribunal internacional.Las razones argentinas en este punto -más allá de la actitud vacilante del gobierno argentino- son bastante contundentes. Hay toda una jurisprudencia a nivel mundial, en caso de litigios entre países que comparten recursos naturales, que apoyan la posición argentina.La pregunta es: ¿La Haya será congruente con estos antecedentes jurídicos? Y suponiendo que dijese que el Uruguay violó el Tratado del Uruguay -por lo cual Botnia ingresó de contrabando a la región- ¿qué dispondrá sobre la planta?Si condena al Uruguay por la instalación ilegal -por caso- pero no dispone el desmantelamiento de la planta, el tribunal dejaría un mensaje difícil de digerir para los gualeguaychuenses.Sería como decirles: es cierto, Botnia entró de contrabando, tienen razón, pero se queda donde está. ¿Avalará la Corte esta política de los hechos consumados, que es la estrategia que parece haber seguido el Uruguay?Desde el punto de vista jurídico -según dicen los especialistas- también hay mucha expectativa sobre la posición que finalmente asumirá la Corte ante la denuncia de contaminación contra la planta finlandesa.Aquí, como se sabe, los jueces internacionales podrían innovar en materia jurídica -la Argentina pide que se apele al "principio precautorio" consagrado por el derecho ambiental- o asumir una postura conservadora de no condenar hasta que la contaminación se haya consumado.Por otro lado, la defensa de la cuenca del río Uruguay -que la movilización social de Gualeguaychú ayer volvió a refrendar- se desarrolla dentro de una atmósfera internacional que pide soluciones novedosas ante la crisis ecológica global.El ex presidente de Chile, Ricardo Lagos acaba de decir que la cuestión ambiental es uno de los desafíos de este siglo. Al pedirle a los gobiernos latinoamericanos que unifiquen un criterio para discutir en Copenhague el cambio climático, Lagos se preguntó: "¿Acaso no sabemos que las mayores reservas de agua del mundo están por estos lados?".Es justamente el aprovechamiento privado y foráneo de un recurso estratégico como el agua dulce que Gualeguaychú impugna, al pedir que Botnia se retire de la Cuenca del Río Uruguay.Por otro lado, el Papa Benedicto XVI, le dedica párrafos relevantes al tema ambiental en su última encíclica "Caritas in Veritate", en la cual denuncia la postura que ve a la naturaleza como "materia disponible a nuestro gusto".El pontífice pide que no se hipoteque el futuro de las nuevas generaciones, que también tienen derecho a disfrutar del planeta, haciendo un llamado a los "responsable internacionales".El proceso judicial que se sustancia en La Haya, en cuyo ámbito en breve se abrirán las audiencias orales, se perfila como un hito histórico. Allí están puestas todas las miradas.
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