Todos saben que Cristina fue pero nadie le quiere dar el empujón final

El debate es viejo, casi desde que Cristina dejó el poder. Y nos asoma a las conveniencias políticas de unos y otros, independientemente de la administración de justicia, que debería ser lo más importante. Para las chances del oficialismo, la ex presidenta presa, ¿es negocio? No, no lo es y no hay que ser muy avispa para darse cuenta. Jorge Barroetaveña  El gran problema político que enfrenta Macri en las elecciones del año que viene es qué hará el peronismo. Este peronismo inorgánico, dividido, sin un liderazgo definido y pateando los pasillos de los tribunales federales, es la imagen ideal que persigue el gobierno. No hay que retroceder mucho en el tiempo, a menos de un año apenas, cuando la dispersión del voto peronista hizo que Massa sacara millones de votos y hasta Macri pudiera abrevar de esa cosecha.Si esa realidad se mantiene, la del electorado dividido más o menos en tercios, es obvio que crecen las posibilidades de Cambiemos de quedarse con el pedazo más grande y cantar victoria el año que viene. Hoy, ese escenario no parece demasiado lejano. ¿Por qué?Sergio Massa, el alfil en esta historia, todavía deshoja la 'margarita'. El tigrense parece sentirse más cómodo liderando el Frente Renovador, donde hace y deshace a gusto y placer, que intenta meterse en la ciénaga del peronismo que no se sabe bien adónde podría llevarlo. El peronismo es hoy un mosaico de liderazgos, con el de Cristina sobresaliendo pero sin capacidad suficiente para aglutinarlos a todos y menos volver a ganar una elección. Algunos comparar su situación con la de Carlos Menem en el 2003 cuando intentó volver, ganó en primera vuelta, pero el cachetazo que se le venía en la segunda lo hizo desistir para evitar la humillación. Menem sacó, en aquella elección el 25% de los votos, similar al porcentaje que las encuestas suelen darle a Cristina en el Conurbano Bonaerense. Esos votos claro, se desploman cuando gana la profundidad de la provincia y se extinguen en el interior.Pero en campo orégano, con fuerte presencia en los medios y un discurso monolítico, su figura esta lejos de desaparecer. Al cabo, ninguno de sus contendientes se anima a parársele de manos. Ni Urtubey adentro, menos los gobernadores, intendentes y Massa desde afuera han sido capaces aún de generar una alternativa de liderazgo sólida. Todos creen que Cristina ya fue pero nadie le quiere dar el empujón final. Esa tarea se la dejan a los jueces que acabarán por meterla presa o a algún designio divino que alumbrará su camino. Pero nada depende de ellos. Quizás porque no quieren, porque no pueden o porque no se animan.En este oasis de comodidad habita el gobierno, especulando con que la sobrevida política de la ex presidenta le dará vida propia a su destino. En esa alquimia electoral, la de los tres tercios, anida esa esperanza. Con el foco en la Provincia de Buenos Aires, allí donde la imagen de María Eugenia Vidal trepa al 60%, pero con el detalle que ella no podrá ser candidata. ¿Tendrá capacidad para trasladar esa imagen al candidato de Cambiemos? ¿Es lo mismo que sea Jorge Macri, Facundo Manes o Elisa Carrió? No, no es lo mismo, como tampoco lo será que la propia Cristina con Scioli sean candidatos o tener que enfrentar a un tándem riesgoso como el de Massa con Stolbizer.A esta confusión sobre el panorama electoral se suman las causas judiciales que avanzan contra la ex presidenta. El chirlo de Stolbizer lo sintió el gobierno. La líder del GEN, aliada trashumante de Massa hoy aunque habría que dejar una puerta abierta, pegó dónde duele y denunció que el ímpetu inicial de muchas causas, se había ralentado, no se sabe bien si por decisión de los jueces o deseo del oficialismo. En las primeras horas la reacción fue negarlo, pero finalmente Frigerio, a la postre el vocero más eficaz del Presidente, acabó por admitir que compartía los dichos de Margarita.Como en Comodoro Py tampoco manejan bien la sutileza, el viernes se conoció que los fiscales Policcita y Mahiques pidieron la ampliación de la imputación a Fernández de Kirchner, por la obra pública de Vialidad, presentando 15 nuevos casos y acusándola directamente de encabezar una asociación ilícita preparada para enriquecer a Lázaro Báez. Demás está recordar que el delito de Asociación ilícita no es excarcelable.  Dentro de pocas horas, Cristina deberá comparecer ante el Juez Ercolini por esta causa, que junto con la de Hotesur y Los Sauces son las más comprometidas. La Cámara Federal tampoco parece  depararle buenas noticias porque se aprestaría a ratificar el procesamiento de Bonadío por la venta de dólares a futuro. Se asoma pues, un fin de año complicado  para Cristina y de gran convulsión política. ¿Se animará alguno de los magistrados a pedir su detención?Falta poco más de un mes para el primer año de gobierno y Macri tiene casi asegurada la ausencia de un paro general, algo impensado para un gobierno no peronista. Apoyado en la buena charla que mantuvo con el Papa Francisco y en los buenos oficios que este desplegó a través de su gente en la Argentina, el gobierno pudo sentar en la misma mesa a trabajadores y empresarios y arrancarle a ambos un compromiso. El bono, o bonito para sus detractores, que se discutirá sector por sector, es la punta del iceberg para acuerdos mayores que podrían incluir cuestiones vinculadas a la competitividad y la producción. Acá también se vio la mano de los viejos líderes sindicales, generales sin tropa pero con influencia, como Moyano o Barrionuevo, que presionaron hasta el final para evitar la medida de fuerza.El lunes, en uno de los tantos actos que se hicieron en recuerdo del 17 de octubre, en San Vicente, confluyeron estos dirigentes. Entre risas y chanzas, de las que también participó el ex presidente Eduardo Duhalde, hablaron de darle un poco más de tiempo al gobierno. Y no se acordaron muy bien de Cristina, a quién le pronostican un futuro sombrío. Una pintura de lo que es hoy el peronismo.