Tras versiones sobre la crisis en Medio Oriente
La rebelión que conmociona los cimientos del mundo árabe, genera controversia interpretativa. ¿Revolución social anticapitalista? ¿Despertar cívico contra regímenes autocráticos? ¿Guerra santa ultraislamista?Las nuevas y extrañas realidades de Medio Oriente interpelan la capacidad analítica. Los observadores se parapetan en instrumentos intelectuales conocidos, aunque eso no garantice veracidad.A juzgar por lo que se lee y circula en la opinión pública, emergen tres versiones canónicas que aspiran a ofrecer una explicación exhaustiva de lo que pasa.Una de ellas remite a la predicción marxista de una muerte violenta del capitalismo a manos de sus víctimas. Desde que a los proletarios les gustó la buena vida, y se "aburguesaron", el marxismo anda buscando un sujeto del cambio histórico, especie de mesías colectivo encargado de hacer el paraíso en la tierra.Es una contradicción ideológica grave. Porque Carlos Marx había establecido que cada era histórica genera un portador de su propia transformación revolucionaria.Tras la crisis económica en el mundo rico, la reacción por parte de los perdedores del ajuste resulta decepcionante. "Es una batalla sindical, no una reinvención de la sociedad -observa el periodista francés Alaing Duhamel en Liberación-. Hay protesta, no utopía".La agitación y el descontento en el mundo árabe, en cambio, hacen renacer la esperanza marxista. Los egipcios, tunecinos, argelinos y demás, son las víctimas del proceso de globalización del capital.Los musulmanes son la mayoría oprimida del planeta: ¿No son las multitudes de desheredados que, en virtud de una mayor conciencia de clase, tomarán "el cielo por asalto", y cambiarán de raíz el mundo para inaugurar la era de la emancipación humana?Otra versión ve en los levantamientos árabes al hartazgo cívico ante los experimentos disciplinarios. El elemento más dinámico son los jóvenes que, imbuidos a través de Internet de la cultura global, piden libertad, capacidad de elegir y mejores condiciones económicas.Es el mismo espíritu libertario que minó las bases del experimento totalitario en la Unión Soviética y que forzó la apertura del este europeo tras la caída del Muro de Berlín.En el fondo lo que cuestionaría este temblor político al interior del mundo árabe, según esta interpretación, es la distribución de la renta y el lugar de la población en la discusión de los asuntos públicos. En clave política, la tensión dramática es entre democracia y dictadura, entre libertad y tiranía.Por último, están los que piensan que detrás de los levantamientos late un elemento ultraislámico y antioccidental. Al respecto, es conocida la tesis de que existe una batalla entre el Islam y Occidente.La formuló el politólogo estadounidense Samuel Huntington, quien adujo que los conflictos en la época posterior a la Guerra Fría se darían entre civilizaciones muy diferentes entre sí.Quizá esta visión sea rubricada por Osama ben Laden, símbolo del radicalismo musulmán contra Occidente, una tendencia que hoy expresa el poderoso régimen iraní.Hay quienes creen que el mundo árabe-musulmán habría entrado en guerra con el mundo judeocristiano. Y que dicho enfrentamiento no terminará sino con la victoria de uno en detrimento del otro.La teoría del complot islámico postula la existencia de un movimiento árabe que milita por la imposición de un Califato mundial. La protesta desatada en estos días, que ha golpeado la geopolítica regional, ¿expresa acaso la guerra santa ultraislámica?Estas tres valoraciones de la revuelta árabe pretenden dar un sentido a la marcha de la historia. Frente a ellas, quizá convenga advertir que los hechos no siempre están de acuerdo con la idea que tenemos de ellos.Hay que precaverse de las lecturas ideologizadas de la realidad.
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