Triunfo que abre una gran incógnita global
El arrasador triunfo electoral de Donald Trump en la principal potencia mundial instala un inquietante interrogante, ¿retornan en el planeta los populismos xenófobos?"Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo", decían Marx y Engels en el "Manifiesto Comunista", de febrero de 1848. Pues bien, cabe preguntarse si el resultado de las elecciones norteamericanas implican el retorno de otro viejo fantasma: el radicalismo xenófobo.Algunos creen que lo de Donald Trump, que apeló a los instintos más básicos de los norteamericanos, azuzando sus miedos hacia los inmigrantes, fue un recurso retórico de ocasión."Es marketing", señalan sugiriendo que el magnate sólo abusó de una agenda electoral controversial para ganar en las urnas, pero una vez en el poder hará algo distinto.Se presentó a sí mismo como antisistema y le salió bien, nada más. Según esta lectura, Trump es sólo un extravagante millonario que se burló del establishment de su país, haciendo gala de chico malo, lo que le valió el calificativo de racista, machista y xenófobo.Sin embargo, hay quienes toman muy en serio el trumpismo, al que califican de inquietante espécimen surgido como reacción ante un tiempo de desencanto con la globalización y el orden republicano.La descripción que hace al respecto la periodista y profesora de Historia, Silvia Pisani, corresponsal del diario 'La Nación' en Washington, recoge la opinión de muchos observadores.Según ella, en Estados Unidos fue premiada con las urnas una cultura política que se creía superada. Una en la que se puede insultar a los inmigrantes por el hecho de serlo, en la que es aceptable elogiar a regímenes autocráticos o cambiar las reglas de juego."El discurso xenófobo y separador, el que habla de barreras y de muros, no responde a la visión de un solitario excéntrico, sino que representa, no cabe duda, a una corriente oculta y profunda en la sociedad de este país", refiere Pisani.Ahora todo el mundo se pregunta si efectivamente Trump hará todo lo que dijo que haría con México, país al que usó como chivo emisario de todos los males de Estados Unidos.¿Cumplirá lo que ha prometido en campaña? ¿Hará deportaciones masivas de inmigrantes ilegales, sobre todo mexicanos, a los que acusó de delincuentes, narcotraficantes y violadores?¿Construirá un muro a lo largo de la frontera con México, como barrera poblacional, y se lo hará pagar a los propios mexicanos? ¿Asfixiará económicamente a ese país desconociendo el tratado de libre comercio que Estados Unidos mantiene con él?El republicano ha prometido recortar las remesas que envían los residentes mexicanos a su país de origen (15.000 millones de dólares en los siete primeros meses), llevando zozobra a miles de familias.En pocas palabras, ¿hará efectivo Trump su plan de estrangulamiento de México, país al que virtualmente le ha declarado la guerra, desatando así una política de odio en la región?El argumento es el nacionalismo, el populismo, la idea de preservar la identidad norteamericana, contra la invasión hispana. "Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez", repitió Trump durante toda la campaña, apelando al orgullo nacional.Es llamativo que tras conocerse el triunfo del republicano, éste recibiera calurosos saludos de representantes de facciones populistas europeas, como la francesa Marie Le Pen o el holandés Gert Wilders, quienes alzan banderas contra la inmigración.¿Es posible que el triunfo de Trump inaugure un ciclo histórico global de ascenso de regímenes xenófobos y racistas?
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