Ucrania, tironeada entre dos mundos
La convulsión política y social que atraviesa por estos días el país eslavo obedece, según los analistas, a que todavía no ha optado entre Rusia u Occidente, bloques que hacen su juego cada uno por su lado.La última noticia refiere que el Parlamento de Ucrania destituyó al presidente Víktor Yanukovich, tras tres meses de manifestaciones sociales, violencia y muerte.La circunstancia abre la puerta para la realización de nuevas elecciones en el mes de mayo, que en teoría deberían traer la estabilidad política deseada.Pero las luchas en el poder son epifenómenos de un conflicto aún no resuelto y que se relaciona con que este estado oriental, situado a orillas del Mar Negro, que tiene 52 millones de habitantes y es el segundo más extenso de Europa, está tironeado entre el pasado soviético y el idílico futuro occidental.Se diría que esta crisis de identidad es una secuela de la Guerra Fría y de la caída de la Unión Soviética, el bloque comunista del cual fue parte Ucrania hasta 1991, en que se declaró estado independiente y democrático, con capital en la ciudad de Kiev.A partir de entonces, en el marco de la autonomía nacional, los ucranianos se hallan ante un dilema: seguir bajo la órbita de Moscú, cuyas autoridades intentan recrear el viejo imperio zarista, o atar lazos con Occidente, convirtiéndose en socios de la Unión Europea (UE).El conflicto político desatado actualmente da cuenta de que Ucrania está en un momento crucial en el que se ve obligada a optar entre esos dos mundos. Las raíces de la actual división están, en realidad, inscriptas en su historia.El nombre eslavo del país define su encrucijada: Ucrania es "frontera", "confín". Según el investigador Leonid Peishakin, "si hay algo que define la experiencia ucraniana es la división".Al respecto, el país sigue separado entre una zona occidental con la impronta de Polonia y el imperio austrohúngaro y una zona oriental-meridional marcada por Rusia.Kiev y Moscú están unidas por décadas de convivencia en la antigua Unión Soviética. De hecho los ucranianos tienen una importante dependencia económica de los rusos, que entre otras cosas les proveen de gas.Pero Moscú tiene ambiciones globales y trata de redefinir las reglas de juego que se volvieron en contra de ella al desmembrarse el imperio soviético. El deseo de mantener a Ucrania bajo su órbita colisiona sin embargo con las aspiraciones nacionalistas de los ucranianos, que no toleran más tutelas rusas.Del lado occidental, en tanto, no se quiere dejar escapar a los ucranianos, a los que se les oferta un nuevo mercado (el europeo) donde vender sus productos. Aquí Estados Unidos, desde la distancia, quiere que la Rusia del ambicioso Vladimir Putin pierda a Ucrania como "estado tapón" ante las fronteras de la OTAN.Desde el punto de vista de la sociedad, hay un sector que está arraigado a Rusia por lazos históricos y culturales. Pero otra parte, vinculada sobre todo a las nuevas generaciones, desea un modo de vida con una mentalidad más abierta y de estilo europeo.La caída del presidente Yanukovich, que representaba los intereses pro-rusos, ha hecho que el Parlamento asuma las riendas del gobierno, aunque esto no significa que haya desaparecido el conflicto que atraviesa Ucrania.Todo indica que las urnas, convocadas para mayo, finalmente dirimirán el dilema de identidad del país, que debe optar entre confirmar la tradicional simbiosis con Rusia, o inclinarse hacia occidente, imitando a países eslavos como Polonia.
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