“Un mal día” para un lindo rato

Por Gustavo RivasPero como espectador, se sintió motivado a escribir algunas impresiones y para descartar que las mismas no fueran fruto de un arrebato pasajero, dejó pasar una semana. Y hoy, sábado 28, mantiene el mismo ánimo del anterior para escribir esta nota.Cuando uno empieza a reírse desde el inicio, lo hace hasta el final, y aún continúa cuando va llegando a su casa, significa que la comedia ha cumplido satisfactoriamente su finalidad. Para que ello ocurra, ha debido mediar una doble condición: que el texto esté bien tramado y que al trabajo actoral lo haya honrado.Ambos extremos se dieron esta vez y aunque no podría juzgar los trabajos anteriores del grupo por ser debutante como cliente, parece que esto forma parte de una trayectoria bien asentada. Así surge de los elogios trascendidos con motivo de presentaciones anteriores, como "Así no Argentina", "Prohibido suicidarse en primavera", "Vengo por el aviso" y "Tenemos un problema".Juan (Marcelo Bachini) se preparaba para pasar un buen día con su novia Celeste (Silvina Larrea) y de repente se le viene el mundo abajo. Si bien el rol de ambos se ve facilitado por un "ensayo extra", ya que en la vida real son marido y mujer, no por ello pierde mérito en todo lo que pudimos apreciar, desde lo gestual hasta el desplazamiento en escena.Andrea Frutos, en su papel de mucama paraguaya, poco tiene que envidiarle a la genial Verónica Llinás cuando hacía ese rol junto a Antonio Gasalla. Marta Riva, interpreta dos personajes (Paola y Claudia) igualmente satisfactorios. Pero es Roberto Buzzano (Pepito, un muchacho muy "especial") quien una vez más, se mete al público en el bolsillo. Creemos que su nivel ya excede lo vocacional y si algún día lo echaran del Anses, tiene como actor profesional, el futuro asegurado. Adriana Díaz y Fabiana Llorens aportan con maestría la metamorfosis actoral que transita desde el rol de cerradas moralistas a borrachas abiertas con gracia singular.Y algo más: la participación de sus hijos, Agustín Espósito (ladrón tonto) y Julieta Rey (ladrón inteligente), ambos debutantes, sin que ello se notara. Pero otros dos debutantes en el grupo se llevaron las palmas y seguramente seguirán frecuentando las tablas. Son: Joaquín Altuna en el papel de suegro Don José (viejo picaflor) y Claudio Guerra (Roberto, marido celoso) que tuvieron a su cargo dos roles centrales que exigían plasticidad y un gran despliegue. Ambos lo hicieron con dominio y soltura. Finalmente, Marina Tommasi de Nieto, no se aguanta en la función de apuntadora durante la mayor parte de la obra y sale al tablado en el papel de mujer policía, para producir el desenlace que pone fin a un día tan enredado.Resultaron acertadas las pequeñas adaptaciones al texto que introdujeron algunos actores (Buzzano, Guerra p. ej) para darle a la obra un cierto sabor local.¿Y qué decir de la dirección? Pues destacar que, salvo la primera obra, en la que los dirigió Silvia Camiolo, en adelante ha sido siempre una labor colectiva del grupo.Finalmente, resta valorar que la representación se hizo a total beneficio del Centro de Crecimiento Personal y Social, una ONG fundada en 1994 que se dedica a ayudar a discapacitados motrices o de visión.Seguramente la obra se repondrá en breve, aunque no resulta fácil encontrar salas con las condiciones de comodidad y acústica que se requieren. Pero siendo la representación de tan buena calidad, seguramente pronto la encontrarán. No se la pierdan.
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