
Mucho se habla y poco se ve a seis meses de las elecciones. Las conversaciones electorales son abundantes y variadas, pero el panorama no se presenta claro todavía.Mario Alarcón MuñizEspecialTanto en el oficialismo como en la oposición abundan las dudas, los rumores y las especulaciones muy por encima de las escasísimas certezas.Claro que no hay urgencias, sino simplemente expectativas. El medio año que resta puede equivaler tanto a una eternidad como a un suspiro, según como se lo viva. Unos parecen tener todo (o casi todo) resuelto. A otros se los observa ocupados en armar sus cuadros, aunque lejos de conseguirlo. El ciudadano común (la mayoría) los mira por tv. Quizá no sea indiferente, pero no lo han entusiasmado aún. En campañaEl kirchnerismo apuesta todas las fichas a la reelección de su jefa. A nadie se le ocurre una cosa distinta en las filas oficialistas. Cristina o el abismo. Sin embargo, la Presidenta no ha dicho una palabra acerca de su reelección. "¿Alguien me escuchó hablar de eso?", preguntó el 1° de marzo en el mensaje anual al Congreso de la Nación. Cabe suponer que en definitiva dará su conformidad, pero aún mantiene a sus partidarios sobre ascuas. Igual que a los aspirantes a ocupar su lugar.Una eventual y muy lejana negativa de Cristina, colocaría al kirchnerismo en un proceso de incierto futuro. Ella lo ha de saber mejor que nadie, de modo que su aparente indecisión sólo respondería a una dilación circunstancial, propia de quien se siente seguro de sus pasos.Por otra parte la realidad indica que está en campaña. Un discurso por día en los más diversos lugares y por muy variados motivos, es el método que la Presidenta se ha impuesto, logrando así ventajas significativas sobre sus adversarios políticos, pues sabe darle tono proselitista a los actos de gobierno y cuenta con los medios de comunicación para hacerlo, por más que se queje de los "monopolios mediáticos". Nombres en danza El panorama de la oposición no es tan claro. El gesto de madurez política que ofreció el peronismo federal con Duhalde y Rodríguez Saá juntos y encariñados, después de las pre-internas de Capital Federal y el Litoral, se desbarrancó de pronto en el Noroeste, cuando afloraron las viejas broncas de fines de 2001 que se creían superadas. Mucho se duda de la recomposición de una estructura que en principio parecía ofrecer cierta alternativa interesante. Descartado Das Neves luego del papelón de Chubut, todavía pueden jugar sus cartas el discreto Felipe Solá, el ansioso De Narváez y en una de esas el indeciso Reutemann, vaya uno a saber. Falta Mauricio Macri. El jefe de gobierno de Buenos Aires no ha resuelto aún si disputará la Presidencia o buscará su reelección. El mismo dilema -la Nación o la Capital Federal- le quita el sueño a Pino Solanas.La estrella de la oposición es hasta el momento el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. Todos quieren salir del brazo con él, pero sólo en la foto. Para la fórmula nadie le ofrece el primer lugar. Solanas lo tiene muy en cuenta. Ricardo Alfonsín lo frecuenta, charlan y seguramente planifican. Claro que el único que no está seguro es Binner porque todavía debe enfrentar la interna socialista de Santa Fe donde el senador Giustiniani le ha salido al cruce con fuerza. Un frente complicado Como están las cosas, con una oposición fragmentada en varios pedazos, el oficialismo lleva todas las de ganar en octubre. Esta realidad ha mostrado el Congreso de la Nación en el último año y medio, principalmente la Cámara de Diputados. La mayoría opositora surgida de las elecciones legislativas de 2009 pocas veces pudo imponer su criterio. Y frente a los comicios presidenciales a ningún opositor le resultará sencillo armar un frente coherente y con posibilidades de acceder al gobierno. Se lo ha observado en los últimos días.El peronismo federal tiene sus problemas arriba señalados. Alfonsín parece arreglar con Margarita Stolbizer (GEN) y por medio de esta con Elisa Carrió (CC), que a su vez mira con simpatía a Solá, pero el radical le tira un lazo a De Narváez y ambas damas se disgustan. Solanas está dispuesto a conversar de alianzas o frentes (en realidad el término "alianza" ha caído en desuso por malos recuerdos), pero si fuera posible "sin radicales". En definitiva, algunos se miran de reojo, al menos hasta ahora. Y esas actitudes cubren de neblina el panorama político. Dicho de otro modo, le alumbran el camino al oficialismo.