Un tercio de los hogares está a cargo de una mujer
Es uno de los rasgos más salientes de los cambios operados en el último tiempo en la composición de la familia argentina: el crecimiento de la jefatura femenina.Según el Censo 2010, en Argentina hay más de 4 millones de mujeres sobre las cuales recae la responsabilidad del sustento diario y de las decisiones del grupo familiar.Eso representa un tercio de los hogares del país (34%). Se trata de una proporción impactante, sobre todo a la luz del crecimiento enorme del fenómeno en la última década. En efecto, la cifra creció 49% respecto al Censo de 2001.Una abrumadora mayoría, el 70%, son "jefas" porque no tienen pareja. El resto de las mujeres tiene un compañero, pero no dejan por eso de ser quienes más aportan al hogar.Entre Ríos reproduce la tendencia nacional: las jefas de hogar representan el 31,7% del total de familias, cuando diez años atrás esa cifra era del 27%, de acuerdo a la información censal.Según datos proporcionados por el gremio AGMER, mientras casi el 80% de los docentes de Entre Ríos son mujeres, el 60% de ellas son jefas de hogar, es decir son las que llevan la carga de la casa.Otros fenómenos sociales colaterales acompañan la expansión de la jefatura femenina, según hace constar la periodista Mariana Iglesias (diario Clarín): el aumento de los hogares solos, el desempleo del varón, la maternidad en soledad, el matrimonio que decae y el divorcio que sube.La constatación fáctica del fenómeno despierta lecturas diversas según la tabla de valores de cada quien. Parece claro, por lo pronto, que hay un retroceso del modelo de familia tradicional formado por un jefe varón, conyugue mujer y los hijos.Habrá quienes le den una connotación positiva al hecho de que la mujer pueda mantenerse sola gracias a sus estudios y trabajo, frente a un esquema "machista" que las condenaba a la subordinación económica.Pero nada es tan lineal y simple. El sostenido interés que despiertan las "jefas de hogar", como sujeto de investigación sociológica y como grupo objetivo de los programas sociales, deviene no sólo por su peso creciente en la población, sino porque son consideradas habitualmente como "las más pobres entre las pobres".Al respecto Pablo Roviralta, presidente de la Fundación Observatorio de la Maternidad, señala: "La soledad de la monoparentalidad, marcadamente femenina, agrava el escenario: casi la mitad de las mujeres solteras tiene un trabajo no calificado y más de un tercio de las separadas y divorciadas no son alcanzadas por el beneficio de un empleo registrado".Virginia Franganillo, presidenta del Parlamento de Mujeres de la Ciudad de Buenos Aires, señala por su lado: "El crecimiento de la jefatura femenina es un fenómeno que comenzó en los '70 y sigue. Entre las jefas de hogar hay una porción mínima de profesionales de altos ingresos, luego están las divorciadas, que son cada día más, y por último -la mayoría- son las pobres, con hijos".Los sociólogos hablan de la "feminización de la pobreza" para referirse al predominio creciente de las mujeres en la población empobrecida. La mayor vulnerabilidad social de este grupo viene determinada, entre otros factores, por el mediocre acceso al mercado de trabajo, su extensa dedicación a tareas no remuneradas, sus carencias de alimentación, educación y atención sanitaria.En muchos sentidos el rol de sostén económico, más que ser una liberación del ámbito doméstico patriarcal, coloca a muchas mujeres jefas de hogar en un estado de subordinación mayor, agravado por la multitarea y la escasez crónica de recursos.El doble esfuerzo se ve patente ante el hecho de que son ellas solas las que sacan adelante la casa mientras que en los hogares donde hay una pareja conyugal suelen ser dos los proveedores, ya que ambos están en el mercado de trabajo procurándose un ingreso que permita que el hogar no sea pobre.
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