Una relación desconfiada y un radical en la línea sucesoria presidencial
Evidentemente la Presidenta necesitaba emitir un gesto de autoridad, por si alguien tenía alguna duda. De esta manera y por su eterna desconfianza en el PJ es que el radical Gerardo Zamora quedó en la línea sucesoria presidencial. Aunque, en otro contexto, ¿no hubiera hecho lo mismo? Jorge Barroetaveña Hay dos razones que asisten a la mandataria para haber tomado la decisión que tomó: políticas y humanas. Entre las primeras habría que anotar el estado de debilidad que envuelve al Vicepresidente de la Nación Amado Boudou. En esto es probable que la Presidenta se sienta responsable porque fue ella, sin asesores externos y desoyendo muchas voces, la que lo eligió para acompañarla en la fórmula en el 2011. Boudou, cuya situación judicial se agrava minuto a minuto, se ha convertido en un lastre pesado para la figura de la Presidenta y toda la administración kirchnerista y nadie se imagina un escenario (hoy altamente probable) de citación a declaración indagatoria al segundo en la línea de sucesión presidencial. Tampoco Boudou parece aferrarse a la idea de salvar el modelo: si fuera así hubiera renunciado hace rato para evitar un desgaste innecesario al proyecto político que dice defender y a la propia figura de la Presidenta.Pero hay otro mensaje que la Presidenta envía con su decisión de ungir a Zamora: su eterna desconfianza en el PJ tradicional. El mandoble lo recibieron de lleno Miguel Ángel Pichetto que desde hace años sostiene la vela kirchnerista en el Senado de la Nación y el ex jefe de gabinete Aníbal Fernández, ambos con aspiraciones serias de quedarse con el lugar de Beatriz Rojkés de Alperovich. Los rumores se vieron estimulados por presuntos contactos que José Alperovich, vendría manteniendo con Sergio Massa. No hay peor traición que esa. Cristina sabe que el PJ está en estado deliberativo y debe fijarse bien donde pisa. Claro, su elección tampoco recayó en otros históricos como Pichetto o Fernández. Eligió un radical que se sigue reivindicando como tal, pero ha dado muestras de lealtad suficientes al proyecto, adscribe al modelo 'conyugal' y ganó con más del 70% de los votos en su provincia. Tragándose el sapo, Pichetto invirtió más palabras de elogio a la Presidenta del Senado saliente que al entrante, de quién apenas admitió que forma parte del proyecto, como si eso fuera un mérito en sí mismo. Zamora luce además ser un hombre sin ambiciones que no podría poner en riesgo ni aportar con sus actos algún cimbronazo en la sucesión presidencial.Claro que este tema, delicado desde el punto de vista institucional, acarrea inevitablemente reminiscencias del pasado. Todos vuelan al 2001 cuando la renuncia de 'Chacho' Alvarez dejó al borde del colapso institucional al gobierno de la Alianza y fue el tiro de gracia para esa conjunción política que hizo presidente a De la Rúa. Hay un que la historia trae a la actualidad y es probable que influyan en el ánimo de la mandataria. Alvarez se fue por un escándalo de corrupción, en el Senado, que a él supuestamente no lo involucraba. Con Boudou la historia es al revés y el acusado es él. Una renuncia es sinónimo en la Argentina de debilidad antes que fortaleza y el kirchnerismo no está dispuesto a negociar nada que tenga que ver con eso. Encara dos años cruciales en los que la supervivencia del proyecto está en juego, sin saber aún quién llevará la bandera. Demasiadas dudas para sumarle otra con el albur de una renuncia.Cristina está escaldada porque también lo tuvo a Julio Cobos de vice. Si bien aquella elección no la hizo ella sino Néstor Kirchner, tampoco los resultados fueron buenos. Ese vice no se fue, algo que sí hubieran querido en el kirchnerismo, pero provocó zozobra y le infringió al oficialismo su primera gran derrota política con la caída de la 125. Paradójicamente Cobos era radical y lo echaron del partido cuando selló su acuerdo con Kirchner. Pero después se siguió reivindicando como tal. Zamora parece transitar el mismo camino por las palabras de Morales en el Senado, que lo acusó de 'traidor'. Antes lo hizo Néstor, hoy lo hace Cristina. El mismo comportamiento. Y un hilo conductor: su profunda desconfianza en el peronismo.El acuerdo con Repsol es la mejor noticia que se recibió en Olivos desde hace tiempo. Si bien la historia se encargará de contar los reales entretelones de un proceso que arrancó hace 15 años cuando el ex presidente Menem le vendió YPF a los españoles y años después Néstor Kirchner impulsó la incorporación de capitales 'amigos' nacionales sin mayores resultados, el barco llegó a puerto.En el medio el Ministro Kicillof tuvo que ir desarmando de a poco (aunque no tanto) su discurso combativo contra los españoles. ¿No fue él quien dijo que deberían pagarle a la Argentina por vaciar YPF? ¿No fue él quien denunció que hubo por parte de los españoles un vaciamiento sistemático de la compañía que nos llevó a tener que importar miles de millones de energía porque dejamos de autoabastecernos? Pero la coyuntura cambió y el Ministro tuvo que dar una voltereta y acomodar su discurso a las circunstancias, para beneplácito de Repsol que aprobó sin mucho trámite el acuerdo.Y a esta altura ya no se trata de cuestiones ideológicas. La Argentina necesita regularizar definitivamente su situación externa para poder acceder a los mercados internacionales y conseguir financiamiento genuino. Para eso hay que hacer cosas que se dijeron nunca se harían. Kicillof, que es el que tiene el bisturí en la mano, está operando. Sería bueno que se asegure la llegada del anestesista antes de empezar a cortar. Digo, para que no duela tanto.
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