Uno de cada tres argentinos es pobre pero todos se hacen los boludos

El gradualismo ha vuelto a quedar en el tapete. Están los que se agarran la cabeza y se preguntan si esto es ser gradualista. Están los que reprochan ahora porqué, con el envión triunfal, no se metió el cuchillo más a fondo. Jorge Barroetaveña Están los que votaron a Macri y se van desencantando porque, sostienen, está gobernando para la gente que nunca lo votaría, haga lo que haga. Y están los que quieren romper todo, sin importarles nada. Algunos lo hacen con sinceridad, otros porque no quieren ir presos.El paro dominguero que convocó la CGT para el próximo 6 de abril es otra muestra de hasta dónde los gremios buscan gambetear el zamarreo del árbol y al mismo tiempo no romper los lazos con un gobierno que escucha. "Pero no actúa", se quejan la mayoría de los popes de los gremios grandes, a quienes el gobierno les ha dispensado un trato especial, léase fondos y prebendas de sus respectivas cajas.Aparte están los movimientos sociales que fluctúan entre los pedidos del Papa Francisco, los cortes de calles y el reclamo de la emergencia social, que se aprobó hace tres meses pero aún no ha sido reglamentada.Harina de otro costal son los gobernadores. Esa extraña raza de dirigentes políticos que cacarean por un lado pero ponen los huevos en otro. Un ejemplo es el conflicto docente. Todos están de acuerdo pero ninguno ha abierto la boca sobre la paritaria nacional. Todos avalan la conducta de la Nación pero nadie se quiere jugar por ella. Solitaria quedó Vidal en su pelea con el barbado Baradel. En Cambiemos están convencidos que Baradel es un empleado de Cristina. Que su objetivo es desgastar y sembrar de incertidumbre el resto de las paritarias. En esta pelea todo vale, y algo de eso parece estar aprendiendo la gobernadora.El peronismo utiliza todas las herramientas, las legales y las ilegales, que tiene a su alcance para demostrar que nadie gobierna como él. No importa que se llame Menem, Kirchner o Duhalde. En el fondo son lo mismo. Claro que el oficialismo, con su impericia, contribuye bastante a ese objetivo.¿Quiénes votaron a Macri? Hay un tercio del electorado que se ha vuelto furibundamente anti K. Aborrece todo lo que huela a kirchnerismo y sus adyacencias. Y votó para ver a la ex presidenta presa. Hoy sospecha que Macri negoció y no se anima a hacerlo. Hay otro tercio de la población, que es el que le permitió ganar la segunda vuelta que tiene vasos comunicantes con el peronismo y sus tentáculos. Son los peronistas no kirchneristas enojados con Cristina y sus modos, más no necesariamente con todas sus políticas. El tercio restante no lo votó ni lo votaría haga lo que haga. Sucede que los otros dos tercios creen que Macri, justamente, no está gobernando para ellos sino para estos últimos. De ahí su enojo.Son los que se quejan por los cortes de calles en Buenos Aires y el poder de presión que tienen los movimientos sociales.Aunque hay algo transversal a todos los votantes. La economía, como antes, ahora y siempre. No sólo influye en el ánimo de los votantes, para la mayoría es clave a la hora de tomar la decisión final.Macri navega entre todos esos reclamos y demandas con un presupuesto que no es chicle. Piden los piqueteros, la clase media y los trabajadores que han visto mermar su poder adquisitivo por la inflación del año pasado y los tarifazos que todavía están en una especie de limbo que nadie sabe dónde terminará. Piden los gobernadores cuyos ingresos no les alcanzan. Piden las economías regionales, reventadas después de años de desidia e ignorancia. Piden los empresarios (los mismos que iban a aplaudir a Cristina) por las importaciones y la caída del consumo. Todos piden la parte de la torta que les toca. En ese mar embravecido habrá elecciones este año que bien podrían marcar el último bienio de Macri en el poder o la suerte de Cambiemos.Sin embargo, hay un factor que podría alterar cualquier ecuación y es la interna peronista. Todos juegan y miran de reojo los movimientos del otro. Massa, que estuvo ausente del debate público en las últimas semanas, apareció el jueves y dijo que él es la opción entre la corrupción K y el ajuste machista. Sigue abonando a la amplia avenida del medio, estrategia que naufragó en 2015. Pero insiste.Cristina espera para tomar una decisión final sobre su candidatura aunque no depende ella. El factor 'judicial' la atribula porque también abarca a sus hijos. Ganar Buenos Aires sería el paraíso pero refugiarse en Santa Cruz tampoco estaría mal. Su meditación arrastra a todo el peronismo, en sus distintas variantes. Y también divide aguas. Para los que la quieren jubilar, su permanencia, retrasa una renovación que el peronismo, después de 12 años de poder, pide a gritos. Para los que la quieran están los fundamentalistas y los acomodaticios. A los primeros no les importa cuánto mida. A los segundos sí, porque sólo les importa buscar otra vez el rescoldo del calorcito del poder. Al cabo, el peronismo todavía no se acostumbra a la intemperie. No nació para eso. Son los únicos que saben gobernar, gestionar y también, de paso, aparentar que lo hacen.¿Tendrá algo que ver con el famoso relato que inmortalizó el kirchnerismo y ahora busca con desesperación el macrismo?El detalle entre tanto relato es que uno de cada tres argentinos es pobre. Y todos contribuyeron a eso, aunque ahora se hagan los boludos.
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