OPINIÓN
Vacaciones y Salud Mental en los más chicos

Vamos a empezar diciendo la verdad, Gualeguaychu es una ciudad hermosa que ofrece durante todo el año el acontecer de la naturaleza con todas sus vicisitudes; pero en vacaciones de verano, la vida al aire libre es mucho más probable y posible.
Quien en su sano juicio no espera las vacaciones y sobre todo las de verano, esas tan largas, que nos permiten descansar y disfrutar; las tan esperadas por los niños y adolescentes porque implican un periodo de desconexión, de cambio de rutinas, donde pueden disfrutar del tiempo y de la vida al aire libre, pueden desconectarse y pasar más tiempo de calidad con la familia y amigos. La ciudad nos ofrece un sinfín de actividades a realizar durante el verano. Los niños tienen colonias, tenemos el rio, las piletas, oscurece más tarde, con lo cual pueden dormir más también.
Necesitan ese parate, esa desconexión desde lo físico. Nuestros niños y adolescentes crecen durante el verano, efectivamente es un descanso que da frutos. Es decir que tienen un papel fundamental desde lo biológico y también desde lo emocional porque les permite vivir nuevas emociones y, a su vez, desconectarse de la rutina y la vorágine diaria de la época escolar y la posibilidad de compartir con pares desde otro lugar. Hacer esa pausa implica encontrarse con la naturaleza, lo que les permite descubrirse y descubrir a los otros desde otro lugar, vivir nuevas experiencias y generar identidad.
Las vacaciones son un tiempo de ocio que bien aprovechado y usufructuado les posibilita a los adolescentes encontrar nuevos intereses, nuevas amistades, crecer, hacer lazos desde otro lugar, aprender a tramitar las emociones, desarrollar habilidades sociales en ese periodo en el que no están con las obligaciones escolares.
Nos preguntamos como adultos, como padres, como responsables, si todos nuestros niños y adolescentes logran esto o si los tenemos enfrascados en los celulares, en las tablets, en las consolas.
La realidad es que hay un poco de todo, pero pareciera siempre que el verano es mágico y de algún modo abre paso a una salud mental posible. Ojalá fuera eterno porque permite y posibilita cambios positivos, crecimiento y abre interrogantes con respecto a nuevas emociones o a diferentes sentires: la nostalgia de lo que se deja atrás, la ansiedad de lo nuevo, ese volver a clases que genera interpelaciones como si tendrá nuevos compañeros, si será el nuevo, cómo serán los docentes… Ese descanso de vacaciones les permite desarrollar herramientas y apropiarse de instrumentos que harán de ese nuevo desafío escolar un año posible. Será un nuevo comienzo.