Vidal, la mujer que nadie esperaba y tiene la llave de la historia

"Gano por diez puntos...les apuesto un lechón...". La frase quedará en los anales de la historia. En esta posmodernidad, cargada de archivos. Aquellas palabras que pronunció el inefable Aníbal Fernández fueron premonitorias. Las dijo pocos días antes del 25 de octubre de 2015. Era Heidi contra la Morsa y contra todos los pronósticos, ganó Heidi. Jorge Barroetaveña No siempre las expresiones populares se ven venir, pero la Provincia de Buenos Aires es un lugar especial. No sólo porque alberga más del 40% de la población argentina sino también porque ha sido escenario clave en todos los gobiernos desde el siglo XVIII hasta hoy. Con el espíritu de aquella maldición que dice que su gobernador nunca será Presidente, suele ser un territorio hostil para todo lo que no huela a peronismo y la batalla que tomó María Eugenia Vidal hace un par de años sonaba a delirio. Por eso aquella noche del 25 de octubre de 2015, quedará en la historia. No sólo por la propia Vidal que ganó sino porque fue el impulso definitivo que Macri necesitaba para aspirar a pelearle a Daniel Scioli mano a mano la presidencia.Cualquier consultor, si tiene que optar, busca una campaña con protagonistas como los del año pasado. De un lado un político tradicional, con todas las mañas, conocedor de los pliegues del sistema, de sus triquiñuelas y golpes bajos, y con el respaldo de un aparato político fenomenal detrás, acostumbrado a mil batallas. Del otro lado, una muchacha en apariencia frágil, con escasa experiencia política, sin aparato detrás pero virgen de la mirada popular. De un lado algo construído, del otro, algo por construir.Ahí estuvo el mérito de Vidal, hoy la política que goza de los mayores niveles de aceptación popular. Durante los dos años que pateó la inmensidad del territorio bonaerense fue armando su imagen, a semejanza de las demandas de la gente. "Yo escuché tu voto", dijo hace un par de días al hablar de su victoria, mientras miraba a la cámara que la enfocaba. Y resumió lo que la sociedad buscó en ella y, por ahora al menos, ha sabido darle.La Provincia de Buenos Aires ha sido el botín de guerra de todos los gobiernos desde el retorno a la democracia. Con recursos infinitos que han despilfarrado, la han vapuleado y convertido en la metáfora de la Argentina que puede ser pero nunca es. Generadora de la mayor cantidad de recursos para el estado, insólitamente, el 70% de su población carece de cloacas y agua potable. Sí, no leyó mal, es así. Un dato apenas descriptivo de la realidad. En frío, ¿cómo no iba a tener chances Vidal de ganarle a los que la sumergieron en semejante desastre?A un año de su victoria, cerca ya del 25% de su gestión, Vidal lucha contra muchos de esos fantasmas. En minoría parlamamentaria, debió aprender a convivir con los 'Barones' del Conurbano y a negociar cada decisión. Todo en medio de una situación explosiva que siempre parece a punto de estallar. Los niveles de pobreza son alarmantes y el avance del narcotráfico no deja nada en pie, con su correlato de inseguridad y miedo. Hubo algo cierto, Vidal pateó cada barrio, golpeó cada puerta y siempre escuchó el mismo mensaje. Por eso no extraña su pelea contra las mafias y que intente encarar, de una vez por todas, la crisis de seguridad que azota a los bonaerenses. Lo hizo por un lugar impensado, el último eslabón de la cadena, las cárceles, ese lugar olvidado y castigado por la sociedad. Es extraña su visión, por su origen ideológico, tanto como los elogios que el Papa Francisco le prodigó en su encuentro con el Presidente Macri hace un par de semanas en Roma.Vidal carga sobre sus espaldas la responsabilidad de demostrar que alguien puede gobernar Buenos Aires sin ser peronista. Que puede sobreponerse a una historia llena de fracasos y divisiones. Que puede desarmar ese inmenso aparato corrupto y despilfarrador de recursos públicos y darle a la sociedad la sensación de ser algo más que escuchada. Es probable que sea demasiado para una sola persona, auqnue no parece faltarle decisión ni coraje.Cuando Macri empezó a darle forma al PRO hace doce años, ya conocía a esta muchacha. Se la había presentado Horacio Rodríguez Larreta. Lo impresionó el día que le describió un plan social para chicos del Barrio de la Boca. "Te animás a implementarlo?", le preguntó. "Sí, claro", le contestó la joven. Y llegó lejos, tanto que nadie, sólo Macri, pensó en ella para enfrentar la utopía de ganar en Buenos Aires. Claro, fuera de los cálculos de todos estuvo el error de Cristina Kirchner, de posar su dedo en el dirigente con más alta imagen negativa de la Argentina. Ese desprecio la sociedad se los hizo pagar caro. Pero fue el escenario ideal para una contienda electoral.Argentina está llena de paradojas. Ocho años gobernó el país una mujer. Otra ahora se hizo cargo del fierro más caliente de la política nacional. Y todas las expectativas confluyen en ella. Los políticos tradicionales no se animan a criticarla, con el antecedente de lo que le pasó a Aníbal. Muchas mujeres la miran de reojo y dudan de su capacidad de gestión. Es que los problemas son tan grosos que la imposibilidad de resolverlos flota en el ambiente. Pero las sociedades suelen tener esos giros sorprendentes. "A quién más valoro es a la gente pobre que me votó. Les dijeron que tenían todo para perder si yo ganaba e igual me votaron. No me puedo olvidar de eso".El tiempo y la historia darán su veredicto final y pondrán a esta mujer en el lugar que corresponda. Pero todo está en proceso. Vidal tiene la llave secreta para demostrar que no sólo el peronismo puede gobernar la Argentina. Quizás sea demasiado para una sola persona pero es la gente la que la puso en ese lugar. Al cabo, a veces las grandes epopeyas las hacen hombres pequeños y grises. Quizás no se trate de lo uno ni de lo otro, simplemente que lo hagan.
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