OPINIÓN
Vivencias de un irazusteño

Días pasados leía un diario que trataba a la crisis Argentina como tierra arrasada, y la comparaba a los pueblitos del interior por los que dejó pasar el tren, y nunca más se encontraron con el rumbo de la historia.
Por Abel Osvaldo Gabriel Recopilando los tiempos pasados de mi juventud, recordando a mi querido Irazusta, “Villa Eleonora”. Las cargas de hacienda con destino a Liniers, dos o tres veces por semana se cargaban pollos, pavos, huevos; y se descargaban alimento para pollos y encomiendas varias. El tren de pasajeros traía el diario “La Nación“ tres veces por semana, y Casa “La Agraria! Era el corresponsal. La llegada del tren era una reunión para vecinos esperando o despidiendo pasajeros. Pero un día el tren dejo de pasar, y aun así Irazusta no fue tierra arrasada. Un grupo de vecinos comenzó tratativas con el Gobierno de Entre Rios para conseguir ripio para el camino hasta Larroque, distante 13 kilómetros. Se hizo un convenio con F.F. Urquiza para traer el ripio de la Vieja Federación, acordando que debían retirarlo en chatas del ferrocarril, pero el Gobierno de Entre Rios no se hacía cargo, salvo de un aporte que no alcanzaba a cubrir los gastos. El resto del dinero se consiguió organizando carreras cuadreras, festivales y donaciones de vecinos. Cuando comenzó a llegar el ripio, D.P.V. Gualeguaychu comenzó los trabajos de alcantarillas u relleno de la ruta. Al término de algunos meses dicho tramo estaba terminado. El pueblo se abastecía de corriente eléctrica de la Cooperativa Eléctrica Irazusta Limitada, cuyo horario era de 10 a 12 y de 17 a 24 horas, con la línea de 33 KWA. Los integrantes de dicha Cooperativa comenzaron los trámites para formar la Cooperativa de Agua potable. Contando con la buena disposición del gobierno se empezó la conexión de cañerías, cada vecino conectado con su respectivo medidor de agua, y un nuevo pozo en el lugar de O.S.N. para posibles emergencias. Se hizo la Plaza “San Martin”, y en las calles el pueblo: veredas de cemento, forestación con fresnos, colocación de columnas de alumbrado público. Con ayuda de autoridades de salud y educación se creó el Centro de salud que funciono en parte de las dependencias de la escuela hasta que tuvo su espacio propio frente a la plaza, lo mismo que el edificio para la comisaría. Se consiguió un colectivo para llevar los alumnos de los colegios secundarios a Larroque, y también pasajeros. Con el paso del tiempo, un grupo de padres logro la creación del Colegio secundario, que comparte establecimiento con la escuela primaria: a la mañana nivel primario y a la tarde nivel secundario. La ONG “Responde”, que se interesa por los pueblos en vías de extinción, llego a Irazusta para convocar a los vecinos y se implementó el Turismo rural, consiguiendo por su intermedio el predio de la Estación del ferrocarril, y dos casas. Dicho predio fue restaurado y se convirtió en un pequeño museo. Como existían unos 350 o 400 libros de la vieja Biblioteca popular se decidió crear una nueva biblioteca, y gracias a la generosidad de la empresa “Tierra Greda” que donó el local se pudo contar con ella y aumentar su volumen con la generosa donación de Martín Caparros. Hoy, a pesar de su escasa población, Irazusta sigue resistiendo y sus comercios son atendidos por gente joven que quiere a su pueblo y espera mejore su situación cuando esté terminada la ansiada Ruta 51.
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