Viveza criolla versus trabajo
Cabría especular que la decadencia de la Argentina tiene que ver con el triunfo de la "viveza criolla" por sobre la cultura que ata la riqueza a una genuina cultura del trabajo. En algún momento de la historia nacional el trabajo fue concebido como fuente legítima de identidad social. Hacerse a través de un oficio prestaba identidad a las personas de bien.Cualquier trabajo solía ser animado por la aspiración de la excelencia. Si se era zapatero, de lo que se trataba era de hacer buenos zapatos. Si se era maestro, de saber enseñar.Uno era lo que hacía en su trabajo. Es decir la actividad con la que uno se ganaba el pan de cada día definía a cada quien, le confería una credencial social y moral.Los ideales que forjaron a las corrientes inmigratorias que poblaron el país ataban la idea de la prosperidad al trabaja duro y al estudio como instrumento de movilidad social.Pero un grave defecto moral y cultural aquejó a la sociedad argentina, convirtiéndose probablemente en el factor principal de su retroceso y de las sucesivas crisis.Se trata de una cultura a contracorriente del trabajo, una idiosincrasia que postuló la primacía del placer y la omisión del esfuerzo, en orden a la riqueza, y que algunos sociólogos engloban bajo el término "viveza criolla".Con ello aluden a la depredación oportunista, es decir, a la prontitud por obtener el máximo provecho, sin escatimar los medios a utilizar ni considerar los perjuicios sobre los demás.Acaso la exuberante riqueza natural del país hizo posible que se extendiera esta mentalidad. "En Argentina se escupe y nace una flor", "Aquí no se enriquece el que no quiere", fueron frases arrogantes que alimentaron el mito de que se podía obtener dinero de cualquier forma sin trabajar."El que no llora no mama y el que no afana es un gil" dice 'Cambalache', ese tango de 1934 que retrata el alma de un país enfermo, a propósito del tipo humano, el "vivo", que logró imponerse como modelo humano.Por su parte, la historieta argentina ha retratado en célebres perfiles al oportunista amoral, al hábil estafador, al apostador que hace "guita" sin trabajar. "Avivato", personaje creado por Lino Palacio, es el típico argentino oportunista, falso, sobrador, holgazán, coimero y listo para hacerse de cualquier ventaja.Algo parecido encarna Isidoro Cañones, el personaje creado por Dante Quintero, y que sintetizó como nadie al porteño y al argentino medio, el "chanta" irresponsable, derrochador por excelencia, pero increíblemente carismático.Alrededor de la viveza criolla se imbrican una seria de manifestaciones culturales y morales que conforman el mentado "ser nacional". Una de esas expresiones es la corrupción, que en Argentina ha llegado a ser sistémica.La corrupción se extiende en todos los estratos, adoptando la forma de prebendas, apropiación directa de fondos públicos, clientelismo, derroche de los recursos estatales y enriquecimiento del funcionariado.El vivo hace de su viveza un oficio y un estilo de vida. Cuando llega al gobierno, su voracidad lo conduce al saqueo y a la rapiña de la hacienda pública. Los que no son como él, es decir los que viven de su trabajo, son "zonzos" o "giles".Jorge Luis Borges consideró que este tipo humano había triunfado en estas pampas. Por eso escribió: "El argentino suele carecer de conducta moral, pero no intelectual; pasar por un inmoral le importa menos que pasar por un zonzo. La deshonestidad, según se sabe, goza de la veneración general y se llama viveza criolla".
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios

