OPINIÓN
Volver a las cosas simples: un buen propósito para un nuevo año
Cuando todo parece derrumbarse en un año plagado de incertidumbre, de nostalgias por lo que no pudimos hacer y de desaliento, debemos encontrar un camino para rearmar nuestras vidas y empezar de nuevo.
Por Cristina Terragni* Colaboración Revalorizar los afectos, volver a lo más simple, disfrutar de los pequeños momentos de cada día, son parte de los recursos que tenemos para superar la impotencia frente a la realidad. Generalmente, vivimos sin tomar conciencia de la brevedad de cada momento de felicidad. Nos parece que van a durar para siempre. Pero la felicidad es efímera si no sabemos trabajar para reproducir y valorar esos momentos. Lograr la felicidad es un trabajo diario, de desprendimiento, de abandono de las posturas egoístas. Nos resulta muy difícil ya que tendemos a refugiarnos en nuestro bienestar, en nuestras propias ideas, sin comprometernos en el deseo o el sufrimiento de los otros. Nos molesta saber que hay otras personas que afectivamente nos necesitan. Nos cuesta salir de nuestro pequeño mundo para compartir y para registrar las necesidades de las personas que nos rodean. Esas necesidades, que muchas veces no podemos o no queremos ver, se relacionan generalmente con la necesidad de afecto y reconocimiento. El reconocimiento es una de las necesidades básicas del ser humano. Saber reconocer a la persona que tenemos a nuestro lado, es poder descubrir todo lo que una mirada o un gesto de afecto puede lograr. Pensar en hacer feliz a otra persona también nos permite estar bien emocionalmente. Nuestros abuelos tenían la “mesa grande de los domingos”. La idea era que compartir con la familia era lo más importante luego de una semana de trabajo. La familia unida era uno de los valores más preciados. Se ha estudiado que compartir la comida, promueve la autoestima y ayuda al desarrollo emocional y social. Ofrecer una comida, es un gesto de amor. Es haber pensado en agasajar a una persona o a un grupo que es particularmente querido. A través de la comida y el encuentro pensamos en el otro .Con la comida brindamos afecto. Si somos queridos, eso aumenta la autoestima Una de las grandes virtudes de los argentinos es el valor que se le da a la amistad. Poder vernos, reunirnos en torno a una mesa o a un café, produce esa energía especial que va más allá de las palabras. Nos produce bienestar. Gestos simples, producen bienestar. Una comunicación con un amigo o amiga puede cambiar un momento de soledad y transformarlo en recuerdos y sentimientos que nos permiten salir de situaciones difíciles de las que vivimos a diario. La llamada vida moderna, produce más discursos que acciones y mientras ponderamos la vida sana, muchas veces solo la referimos a la alimentación y la acitvidad física. Las emociones juegan un gran papel en el logro del bienestar. Esta dimensión emocional nos permite disfrutar de la vida cotidiana, de las pequeñas cosas que pueblan nuestros días: el cielo azul, la naturaleza, la música, la comida, las charlas y momentos compartidos con los seres queridos, con los amigos, con gente que nos saluda todos los días. Para lograr ese bienestar que da la felicidad, debemos abandonar las actitudes egoístas del “salvese quien pueda” y reconocer al otro como compañero o compañera de ruta. Darle importancia, escucharlo, sonreírle, no dejarlo solo. La ansiedad, la baja tolerancia a la frustración, nos lleva a no disfrutar del momento más importante que es el momento presente. El pasado no lo podemos cambiar, ya fue y el futuro es desconocido. Solo el presente nos permite revalorizarnos y ser más concientes de que dependemos de pequeñas acciones cotidianas Para lograr esa felicidad que todos anhelamos, debemos empezar por conocernos, por cultivar una vida más espiritual, mas despojada y simple, con la mirada en lo que podemos hacer por los demás. Mirando lo que tenemos, no lo que nos falta. Dicen que los argentinos, somos como el “ave Fenix” que renace de sus cenizas. Empecemos un nuevo ciclo, con otra mirada, encontrándonos con los afectos y con las cosas más simples de nuestro aquí y ahora. Sería importante en nuestros propósitos para el próximo ciclo que nos tocara vivir, recordar que de las actitudes diarias, pequeñas y simples, se nutre la tan ansiada felicidad. * Psicóloga
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