¿Vuelta al Fondo?
Tras denostar públicamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) en más de una oportunidad, y haber roto relaciones con el organismo, la administración K volvería a pedirle crédito.o
La especie circula por la mayoría de los medios especializados en economía. Incluso se da cuenta que enviados del gobierno realizan gestiones en reserva con ese cometido.
Las conversaciones giran en torno a la cumbre de presidentes del Grupo de los 20 (G-20) que se realizará el 2 de abril en Londres, y de la cual va a participar Cristina Kirchner.
A primera vista este giro del gobierno K respecto del Fondo puede generar sorpresas. Sobre todo entre los sectores progresistas afines al oficialismo, que hasta aquí se vienen ufanando de haber roto con el odiado banco.
El gobierno de izquierda de los K, predican estos sectores, ha "independizado" por primera vez a la Argentina de la tutela de FMI, sindicado como el responsable de todos nuestros males.
Poco se menciona que este logro se obtuvo previo pago de todo el pasivo adeudado a ese organismo, en una cifra millonaria: 10.000 millones de dólares. Nunca antes ningún gobierno argentino había pagado tanto en tan poco tiempo a tan pocos.
¿Es posible que ahora, tras semejante acto de "liberación nacional", la Argentina vuelva al FMI? ¿Qué cosas han ocurrido para que pueda ser posible? ¿Cuáles son las claves para explicar este viraje?
Una de dos: o el FMI abjuró del capitalismo y sus jefes se convirtieron a una ideología socialista, del tipo que pulula en Latinoamérica, o el gobierno K está muy necesitado de plata y entonces está dispuesto a arriar algunas de sus banderas revolucionarias.
A decir verdad, por encima de los discursos ideológicos y de las gestualidades rebeldes, para dejar contenta a alguna parcialidad política, la administración K está apretada por la menguada caja fiscal.
El país se ha quedado sin fuentes de financiamiento en medio del tembladeral mundial. En un contexto donde la recaudación cae en picada, porque la economía doméstica se desinfla, el dato es que afuera nadie le presta.
Varios economistas no oficialistas aseguran que el gobierno K se ha quedado sin instrumentos monetarios y fiscales, para hacer políticas anticíclicas o keynesianas.
Y así pues no le queda más alternativa que recurrir al FMI, como lo han hecho Chile o Brasil, para fondearse en la coyuntura, y de esta manera producir una rebaja de impuestos (por ejemplo retenciones) sin que eso lesione su solvencia fiscal.
Según los analistas, el gobierno K podría encontrar en la crisis mundial, que ha puesto a los organismos financieros como el FMI en la picota, una ocasión dorada para evitar un reingreso al organismo sin pagar costos políticos internos (dentro del frente progre).
La dialéctica de Cristina K diciendo que Barack Obama es Perón va en esta dirección: no es que el gobierno argentino ha cambiado, son los líderes mundiales y los países los que giran a la izquierda o se han argentinizado.
Por tanto, si se arregla con el FMI esta vez no habrá sujeción a aquel odioso banco que distribuyó la peste del neoliberalismo, sino acuerdo con un organismo que de golpe se hizo sensible a los pobres.
Se habrá operado por lo tanto un milagro: el FMI dejará de ser el malo de la película, el culpable de todas nuestras desgracias, para convertirse en un aliado estratégico de la Argentina.
Ese aliado estaría incluso dispuesto a flexibilizar condicionalidades que históricamente ha impuesto para prestar, que es lo que el gobierno K busca que quede establecido en la cumbre del Grupo de los 20.
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