Vuelve la Presidenta con una sola certeza: hay que hacer algo con la inflación

Si es por la ausencia de la Presidenta o porque efectivamente hay pareceres distintos se sabrá en pocas horas, lo cierto es que por primera vez, en mucho tiempo, han empezado a aparecer grietas en el discurso oficial. Scioli intenta volver a su política de desmarque. Y la oposición de parar la reforma del Código Civil. ¿Hubo negociación con Lorenzetti?Jorge BarroetaveñaEl problema económico más importante que enfrenta el gobierno es la inflación. Nadie se molesta en ocultar ya que la variable escapó al control y los reiterados intentos de Moreno por pararla han fracasado. Mentir tampoco da resultado, porque es algo que no se puede mantener en el tiempo y las elecciones de octubre pasado lo demostraron.El gobierno debate pues qué hacer y qué medidas tomar para amainar la crecida de los precios sin impactar en el consumo: la premisa que Mercedes Marcó del Pont, Presidenta del Banco Central, le deslizó a los técnicos extranjeros que la escuchaban el viernes en un congreso.La economista admitió que el crecimiento de los precios es preocupante y habrá que tomar medidas, siempre y cuando vengan de la 'heterodoxia'. ¿Qué significa? Que no habrá devaluaciones bruscas ni ajuste del gasto público vinculado a obras o salarios. Para el modelo implementado por Néstor Kirchner en el 2003, el consumo es piedra basal y cualquier cosa que lo afecte pone en riesgo todo el sistema.Pero la realidad no se puede tapar con un dedo. Todas las estadísticas marcan que en el último trimestre la inflación se aceleró, al mismo ritmo que el Banco Central pierde reservas. Del Pont justificó esto explicando que el grueso de los dólares que escaparon fue para pagar deuda internacional.La realidad no cambia. El país necesita dólares para pagar el agujero energético y las importaciones y de algún lado tienen que salir. Allí están los cientos de miles de turistas que, favorecidos por el tipo de cambio, optan por viajar al exterior poniendo en más aprietos al tesoro del Banco Central. Aunque hay algo que la titular de la entidad bancaria ignoró y es clave para que las decisiones que se tomen, en economía, tengan resultado satisfactorio: la confianza.Las internas en el equipo económico son de vieja data y se han profundizado en los últimos meses, más aún en los 45 días que la Presidenta lleva ausente por razones de salud. Un ala del gobierno propicia la profundización de medidas como controles más férreos al tipo de cambio, lo que implica una profundización del cepo.Moreno es, claramente, el que levanta estas banderas. Pero su credibilidad entre los propios pares no es la de antes. Demasiadas promesas hizo que cayeron en saco roto, y, se sabe, en lo más alto del poder, los errores suelen perdonarse poco. Axel Kicillof comparte buena parte de sus posturas.Otra ala oficial propugna una flexibilización del cepo, y salir a buscar los dólares en el exterior. ¿Cómo se traduce? Seguir negociando con los acreedores internacionales, buscar un acuerdo con el Club de París y, la propuesta más jugada, volver a aceptar la revisión de las cuentas por el Fondo Monetario Internacional.Tomar este rumbo sería, para el kirchnerismo puro, volver a la ortodoxia y resignar una bandera. ¿Estará la Presidenta dispuesta a dar semejante paso? La necesidad, como sostiene el dicho, suele tener cara de hereje. El interrogante será profundizar con medidas que no dieron resultado o buscar nuevas alternativas, aunque eso implique transitar caminos pedregosos desde lo ideológico.Lo único que no se puede hacer es no hacer nada. El único interrogante es por quién se inclinará Cristina cuando tengas todos los argumentos arriba de la mesa.Y Scioli intenta desandar el camino que empezó antes de las elecciones. Buscando recuperar un perfil propio, despegado del kirchnerismo, empezó a emitir señales de diferenciación. Eligió para eso un mensaje público y otro privado. El privado fue rechazar el pedido que le hicieron desde Olivos de hacerse cargo de la presidencia del PJ bonaerense.Scioli no quiere que le aten las manos ni lo condicionen. Los más atrevidos dicen que ya no acatará más órdenes del kirchnerismo, siempre y cuando no le convengan. Para lo otro, eligió un tema delicado, instalado en la agencia social desde hace meses por el accionar de bandas de narcos en Rosario y que mereció el pronunciamiento más duro en año de la iglesia argentina.El gobernador de Buenos Aires invitó para la semana que viene a los obispos a charlar a La Plata sobre la problemática, para elaborar líneas de acción conjunta. Se diferenció así de la Casa Rosada y la respuesta ambigua que dieron los pocos funcionarios que hablaron.Lo mismo hizo con la polémica ley de derribo de aviones, impulsada por todo el arco opositor y rechazada por las voces oficiales. Fiel a su estilo Scioli fue enigmático: "hay que hablar todos los temas y no descartar nada". En sus propios códigos implica un guiño a la iniciativa y un divorcio de lo que piensa la Nación.La frutilla del postre llegó desde el sur, como muestra homeopática de lo que se viene: un gran cartel en el acceso a Bariloche blanqueó el deseo del senador nacional Miguel Pichetto, líder de la bancada del FPV: "Scioli Presidente-Pichetto Vice 2015" reza el escrito.El rionegrino, después de ganar por paliza en octubre dijo que estaba para más. La definición no es extraña para alguien que viene de la política. Sí es lo que dijo después: que el peronismo empezaba una transición y a discutir el liderazgo que viene. La realidad no es ni buena ni mala, solo no tiene remedio.
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