ELECCIONES 2023
Ché pibe, vení y votá
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Corría el año 1982, aún la dictadura militar se resistía a abandonar el poder. Desde el arte, desde la música, los jóvenes coreábamos esta canción casi como una pagana letanía.
Luis Castillo*
Suele escucharse a través de los diferentes medios periodísticos que cubren las elecciones, frases remanidas como aquella de “haber cumplido con el deber cívico”. Nada más lejos de la certeza, en mi opinión, del significado del voto. El acto de votar no es ―y esto debería ser fundamental remarcarlo― un deber sino un derecho. Un derecho que nadie regaló. Nadie regala. Ya que estamos hablando nada menos que del ejercicio del poder y el poder , qué duda cabe, es muchas veces más buscado, preciado y defendido que la vida misma.
No tener la posibilidad de elegir quienes dirijan los destinos de nuestra patria nos deja en la alternativa de tener que optar por la resignación o la resistencia. Ninguna de las opciones es gratuita, ya lo sabemos bien aunque a veces la desmemoria obnubile nuestra cotidianeidad.
Estamos atravesando cuarenta años del retorno a la democracia, que no es otra cosa que darnos la oportunidad de decidir por nosotros mismos, de defender, a través de nuestros representantes, el modelo de país que queremos, que soñamos, que merecemos. Eso fue posible gracias a la lucha de muchos compatriotas y que permitió que Raúl Alfonsín pudiera inaugurar este período inédito de la historia democrática argentina cual es haber podido estar atravesando estas cuatro décadas con libertad cívica y jurídica.
Muchos jóvenes (afortunadamente) solo conocen lo que fue la pérdida de la democracia a través de los libros o de los relatos orales de quienes fueron testigos presenciales de aquellos episodios tan cercanos y lejanos al mismo tiempo. Quizás por eso se naturaliza el estado de derecho del que hoy gozamos y se da por sobreentendido que es el estado natural de un país vivir en libertad e independencia. ¡Y claro que lo es! O lo debería ser al menos pese a que sabemos que todavía en muchos lugares de nuestro planeta rigen regímenes dictatoriales en donde las personas son apenas algo más que objetos útiles al poder. De allí nuestra responsabilidad de valorar lo que tenemos, lo que conseguimos, lo que atesoramos.
La libertad de elegir es la herramienta más poderosa de la ciudadanía. La más eficaz. La más pacifica y a la vez más contundente. Por eso es importante llegar a los jóvenes y explicarles el valor de su voto. De su participación. De su involucramiento en las acciones que directa o indirectamente van a gravitar sobre su presente y su futuro. Ayudarlos a entender que no son convidados de piedra sino actores imprescindibles para el sostenimiento y fortalecimiento de nuestra democracia.
En 1982 un músico de rock, Raúl Porchetto, cantaba junto a León Gieco: “Si hay que triunfar
siempre te vamos, a llamar/ para guerra o elecciones/ pibe, no nos abandones/
por un voto”. En ese entonces, hubo quienes interpretaron la letra en forma literal “apenas” como una invitación a votar, sin embargo, muchos otros se daban cuenta de que era un llamado de atención y a la vez un reclamo de mayor participación de la juventud en la vida política y social argentina a partir de la vuelta de la democracia. En otras palabras: los jóvenes no están solo para tomar un fusil e ir a la guerra (como en Malvinas) ni su participación debe limitarse a ir a votar. Era y es una invitación a involucrarse, pensar, debatir y participar activamente.
Hoy, a diferencia de hace 40 años que lo que llegaba desde el poder que se iba y paradójicamente aun así conminaba a votar, podés hacerlo o no. Las multas son simbólicas comparadas con el poder de transformación que tiene tu voto o tu no voto. Con el mismo énfasis y verdadera convicción democrática hoy deberíamos seguir cantando: ché ,pibe, vení votá.
*Escritor, médico y concejal por “Gualeguaychú Entre Todos”
